Opinión

Según el Ministerio de Educación (Minedu), la tasa de deserción acumulada del período comprendido entre el 2016 y el 2019 se redujo en 1.3 puntos porcentuales. Hasta entonces, las medidas implementadas permitieron que la reducción de dicha tasa tendiera a la baja. Sin embargo, debido a las acciones ejecutadas para contrarrestar la pandemia del Covid-19 en el ámbito educativo como el cierre de escuelas y colegios, la suspensión de las clases presenciales y su sustitución por clases virtuales; hizo que dicha tendencia se revierta. 

Según estimaciones del Minedu, a mediados del 2020,  la deserción escolar tanto en educación primaria como educación secundaria pasó del 1.3% al 3.5% y de 3.5% a 4% respectivamente. Es decir, cerca de 300 mil niños y adolescentes dejaron de estudiar. En este año, según la Defensoría del Pueblo, más 83 mil estudiantes desertaron. Cifras que contrastan con lo que venía ocurriendo hasta el 2019. De igual modo, entre el 2016 y el 2019, la tasa de deserción escolar de estudiantes en situación de pobreza extrema se mantuvo alrededor del 11% mientras que la de los no pobres se redujo en 1,2 porcentuales. 

Como se sabe la deserción escolar es un fenómeno multicausal. Por eso mismo, es imperativo investigar, desde distintas campos del saber, factores como los económicos, sociales, culturales, educativos, personales y familiares que se relacionan entre sí para producirla. Así, investigadores de Grade, en el marco del estudio longitudinal Niños del Milenio: Etiopía, India, Perú y Vietnam, plantean cuatro Predictores de la deserción escolar en el Perú: 1. Mientras más temprano se ha producido el abandono escolar, mayor efecto se observa en las habilidades a los 19 años. 2. Las principales razones para abandonar la escuela que mencionaron los jóvenes fueron la necesidad de trabajar para obtener una remuneración y la falta de interés en los estudios. 3. La lengua materna indígena, el bajo rendimiento y el haber repetido de grado incrementan el riesgo de desertar del sistema educativo; y, por último, 4. Que el niño o niña tenga mayores aspiraciones educativas a los 12 años reduce su riesgo de desertar de la escuela. 

Algunas cifras corroboran lo señalado por Grade. Así, según el INEI, en su Informe Técnico Estado de la Niñez y la Adolescencia, de setiembre, al comparar los trimestres correspondientes a abril-mayo-junio de 2020 y 2021 encontró que los problemas económicos / familiares seguían siendo una de las principales razones de la no asistencia a un centro de enseñanza de niños y adolescentes entre 6 y 16 años. En porcentajes, entre uno y otro trimestre, se pasó del 53.4% al 64.7% respectivamente. Es decir, 11.3 puntos porcentuales. No cabe duda que el nivel socioeconómico de las familias es una de las causas de la deserción escolar. Por eso mismo, el riesgo de desertar de niños y adolescentes, en situación de pobreza extrema y pobreza tanto urbana como rural, es alto. 

Asimismo, otra causa a tener en cuenta es la que se relaciona con los niveles educativos de los padres o tutores de los niños y adolescentes. Según las investigaciones llevadas a cabo existe cierta correspondencia entre el nivel educativo logrado por aquellos y la deserción escolar. Así, padres o tutores con un nivel de escolaridad bajo, el riesgo de deserción escolar aumenta. En cambio, padres o tutores con un nivel de escolaridad alto, el riesgo de deserción  disminuye. Esto tiene que ver mucho con la valoración que le otorgan a la educación y al impacto que ésta lograría en la vida de sus hijos.   

Otro aspecto, que corresponde a la dimensión socioemocional de los estudiantes, es la motivación de los estudiantes y la confianza en sus capacidades para lograr los aprendizajes esperados. Mantener la motivación y desarrollar confianza supone una convivencia adecuada en el ámbito educativo. Si esta no se da entre estudiantes y entre estos con sus docentes el riesgo de deserción se incrementa. (Continuará).  

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Defensoría del Pueblo

El último domingo, Facebook, Twitter, WhatsApp, TikTok, etc. explotaban a la expectativa de posibles audios que revelarían la corrupción del presidente Pedro Castillo. Sin embargo, en su lugar, Cuarto Poder presentó la grabación de la conversación de su productor con el dueño de la casa donde el presidente suele llegar a cenar la comida de su región. 

Esta burda manipulación refleja en lo que se ha convertido el periodismo peruano: bamba, aburrido y mediocre. Nuevamente los y las televidentes fueron víctimas del fake news de la prensa peruana, dejando a la apuesta golpista con los crespos hechos.

Tras la caída del Muro de Berlín, se dio una ofensiva político-ideológica que preconizaba el fin de la historia (F. Fukuyama) que desencadenó en un impulso global para la implementación de políticas neoliberales. Esto significó el abandono del rol regulador del estado y la paulatina captura del estado por parte del sector privado y corporativo. Esa nueva realidad incluye a la prensa, que desde entonces se constituye en un instrumento del neoliberalismo, renunciando a su rol informativo e investigador. Todo se compra y vende como pudimos apreciar en los vladivideos, donde la prensa peruana (y sus dueños) se evidenciaron bastante caros.  

En esta agenda “periodística” no hay lugar para discusión alguna sobre el fracaso de las políticas neoliberales, a pesar de la precariedad del país expuesta durante la pandemia. Su labor es de manipular a la opinión pública con teorías conspirativas sobre el resurgimiento del terrorismo y acusaciones de corrupción, cebándose principalmente con los líderes de Perú Libre, para desprestigiar al partido que ganó las elecciones. De esa manera se evita discutir los problemas reales que afectan a las mayorías como la falta de acceso a educación y salud, la recuperación y ampliación de derechos laborales y/o el avance del proceso constituyente.

Pero ¿dónde se cocinan estas mentiras? Este aparato no funciona aisladamente. Se trata de una industria millonaria financiada por patrocinadores y anunciantes de los grupos económicos, que constituyen el verdadero poder en el país. Este aparato ha logrado reunir a la prensa junto a operadores políticos, opinólogos y trolls que pululan en las redes sociales. El poder político y económico suma a periodistas considerados «serios» como RMP para propalar varias de las mentiras que fabrican y darle alguna “veracidad” a sus «noticias».

La prensa peruana se alquila convirtiéndose en un aparato hostil que tiene como objetivo erradicar la confianza de la ciudadanía en el gobierno de Castillo. Se necesita mucha integridad para asumir un rol periodístico contra la agenda fascista, y mucho más para asumir una posición periodística libre del racismo y clasismo. No tenemos pues un periodismo forjado en valores, principios, mucha lectura ni pensamiento propio.

La prensa empodera la ignorancia y el miedo de nuestra sociedad. La mayor parte de la clase media fueron víctimas ingenuas del fake news sobre “la conspiración de sendero” durante la segunda vuelta electoral. Era casi conmovedor leer en las redes comentarios temerosos creyendo que Castillo les quitaría su casa, carro, y hasta mascotas porque “Sendero estaba a un paso del poder”. Sin remordimientos y orgullosos creyentes de esa “verdad” profesionales egresados de prestigiosas universidades privadas, junto a una parte de la iglesia católica, se sumaban fervorosamente al coro fascista. El “terruqueo” sin duda es el fake news más eficiente del fascismo peruano. 

Nos enfrentamos a una dictadura mediática que ha creado un cerco informativo para sostener al sistema capitalista que, en algunos países como el Perú, son casi un monopolio (Grupo El Comercio) de un representante de la clase dominante del país, la cual subordina a las otras clases, instituciones y otros poderes del estado (Congreso) para sus intereses económicos.                               

Por el bien del país debemos erradicar los fake news. El gobierno de Castillo tiene la obligación de cumplir con una de sus promesas electorales y distribuir equitativamente el presupuesto del estado en publicidad en favor de la prensa y medios fuera de Lima, y regular la acción de la prensa fascista que utiliza los recursos del estado para difamar y sabotear impunemente al gobierno. 

La ola fascista también se frenará resolviendo los problemas del país junto al pueblo, y no tratando de caerle bien a la derecha. Recuerde su slogan de campaña, presidente Castillo: “Solo el pueblo salva al pueblo».

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Fake news, manipulación, prensa peruana, vladivideos

Si se confirma el retorno de Castillo al redil de Cerrón y, por ende, el resurgimiento infeliz de la idea de plantear una Asamblea Constituyente, las cifras económicas van a ser aún peores, corroborando así que estos cinco años -si eso es lo que dura Castillo en el poder- serán años perdidos y que el país se alejará del desarrollo y del crecimiento.

El 76% de peruanos no invertiría en el país, si acaso fuera inversionista, mientras las condiciones políticas y jurídicas no estén claras, señala la última encuesta de Ipsos. El presidente Castillo se podrá desgañitar invitando al empresario a invertir, pero es tal la desconfianza que ello no ocurrirá y veremos cómo se desploma la inversión privada -principal sostén de la economía-, cae el crecimiento del PBI, disminuye el empleo formal y aumenta la pobreza.

Es un desastre, por donde se le mire. Una tragedia si se toma en cuenta que el mundo global se asomaba propicio para un boom de inversiones al estilo de lo sucedido en el segundo gobierno de Alan García, donde -hay que reconocerlo- hubo un crecimiento producto de los mayores precios de los minerales, pero también una estrategia gubernativa de impulso a los empresarios privados para que inviertan.

Las cifras de reducción de la pobreza, que con tanto éxito se habían alcanzado en los últimos años, a pesar de la corrupción y mediocridad de los gobernantes, tan solo por mantener el modelo de sensatez macroeconómica, se irán por la borda, constituyéndose un lustro dilapidado para la economía nacional.

La única manera de que un gobierno de izquierdas, como el que conforma la coalición gobernante, desande el camino del desastre es que anuncie, más temprano que tarde, el abandono de la tesis de la Constituyente y, no bastando ello, que amplíe su alianza de gobierno e incluya voces de centro o, inclusive, de derecha en su equipo ministerial.

Es audaz y requiere enérgica voluntad política, dos características que escapan al perfil de un sindicalista básico, como es el presidente Castillo, pero ello no es óbice para plantearlo, porque es lo que el Perú requeriría para, al menos, salvarnos del colapso que supondrá la marcha de este régimen.

La gestión de Castillo dejará en herencia, de no enmendar rumbos rápidamente, destrucción de la poca institucionalidad estatal que existía, colapso económico, crisis política y convulsión social.

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Pedro Castillo, Presidente Castillo, Presidente del Perú

Luego de poco más de cuatro meses del gobierno de Pedro Castillo, la vacancia, o al menos el intento de, parece ser casi inevitable. Se repite la historia de los últimos 5 años, en donde la vacancia jugó un rol predominante en nuestra inestabilidad política, incrementando tensiones, y, a mi parecer, generando una crisis mayor en el país. Por ello me pregunto, ¿vacar a Castillo resolvería el problema de fondo?

Volviendo 5 años atrás, se dio el primer intento de vacancia con PPK, que, si bien él terminó renunciando, su salida solo llevó a que se continúen incrementando las tensiones entre el Ejecutivo y el Congreso. Recordemos el Congreso obstruccionista de Fuerza Popular que llevó a que se genere esta situación. La renuncia de PPK puso a Vizcarra como presidente de la República, y justamente para poder gobernar y evitar este obstruccionismo, es que decide cerrar el Congreso y convocar a nuevas elecciones. Aún así, las tensiones continuaron y terminaron con la vacancia de Vizcarra. 

¿Los promotores de esa vacancia tenían en mente las consecuencias de lo que finalmente sucedió? Tuvimos días de protestas masivas en todo el país que desencadenaron en la muerte de dos jóvenes, muchos heridos, una caída del nuevo gobierno de Merino en solo 3 días, y la creación de una nueva mesa directiva para gobernar el país. Recuerdo escuchar días después a varios congresistas de diversos partidos pidiendo disculpas por votar a favor de la vacancia, la mayoría argumentando que no previeron las consecuencias de su decisión.

Hoy en día, Castillo ha dado muchos más motivos de los que dio Vizcarra para ser vacado. Para comenzar, es un presidente que no da la cara, que no rinde cuentas, que no demuestra transparencia. ¿Por qué, a pesar de todo, Vizcarra tenía tanta popularidad? Justamente porque siempre se dirigía a la población, dando calma y explicando las acciones que se estaban tomando dada la crisis sanitaria que estábamos viviendo. Castillo, por el contrario, ante las acusaciones en su contra, su vago mensaje fue: “Deslindo de cualquier acto de corrupción. […] Las reuniones oficiales únicamente se realizan en Palacio de Gobierno. En mi domicilio solo he recibido visitas de carácter personal”. ¿Es esto suficiente cuando existen videos que prueban lo contrario? ¿Es esto una causal para ser vacado por incapacidad moral?

Actualmente existe un gran vacío en lo que vendría a ser la definición de incapacidad moral permanente, que prácticamente se engloba en comportamientos que no son éticos. Si nos basamos en ello, entonces Castillo ha tenido varios comportamientos no éticos durante sus cortos 4 meses de mandato. Por poner un par de ejemplos, tenemos las dudosas asignaciones a cargos públicos saltándose la meritocracia, como fueron los cuestionados ascensos de las FF.AA., o los cargos otorgados a sus familiares como es el caso de su sobrino Fray Vásquez, integrante de la comisión de transferencia del Ministerio de Defensa, y cuya única experiencia laboral es la de ventas de pollos a la brasa en Chota. Es decir, se contrató a un vendedor de pollo a la brasa para que supervise información técnica de la seguridad nacional, solo por ser sobrino del presidente.

Los ejemplos mencionados, sumado a las reuniones secretas de Castillo en el local en Breña que dan pie a un posible caso de corrupción, ponen en cuestionamiento la ética del actual presidente de la República, y le da argumentos más sólidos al Congreso para poder vacarlo. Pero ¿los problemas de gobernabilidad se resolverán con un simple cambio de la cabeza del Ejecutivo? ¿El 25% de aprobación de Castillo será suficiente para que se generen protestas masivas como ocurrió con Vizcarra? ¿Dina Boluarte tendrá un mejor desempeño que Castillo? ¿Renunciará? ¿Se quedará? Lo cierto es que esta vez los congresistas deben hacerse responsables de las consecuencias de sus decisiones, no podemos tener 5 años más de crisis, y es necesario un acuerdo centroderechista en el legislativo que, en caso se dé la vacancia, evite una mayor inestabilidad política y una lucha de poderes en el Congreso.

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vacancia presidencial

La discordancia entre las expectativas generadas por el programa Cuarto Poder respecto de los megatones que supuestamente tenía el audio que fue propalado anoche, y la realidad de lo que al final fue (tarea de inflación mediática a la que contribuyó decididamente la DBA a lo largo de la semana difundiendo bulos respecto del presunto contenido de ese audio), solo ha terminado por favorecer a Castillo en el proceso de vacancia que se le sigue.

Muchos congresistas, que esperaban un audio demoledor, capaz de ahondar lo que potentemente hizo el propio Cuarto Poder hace dos domingos revelando las reuniones secretas en el pasaje Sarratea, hoy deben estar sopesando si vale la pena llegar al extremo de la vacancia dada la decepción producida, sin duda, hace pocas horas.

Más allá de la posibilidad de ejecutar una vacancia, que se asoma como precoz y contraproducente en estos momentos, sí parecía pertinente y saludable que se logren los votos para llevar al Presidente al Congreso a dar explicaciones que tozudamente se niega a dar a la prensa y a la opinión pública. Pero ese afán puede haberse ido por la borda luego del fiasco ocurrido anoche, el mismo que, sin ambages, califica de estafa periodística.

Porque que un personaje involucrado en una nota periodística, obviamente preocupado por su publicación, trate de evitarlo ofreciendo primicias o destapes de mayor envergadura, es parte del trasiego cotidiano de la prensa. Bien por Cuarto Poder de no haber aceptado ello, pésimo de querer hacernos creer que esa tratativa, grabada, justificaba los bombos y platillos con que los vendió a lo largo de la semana, a sabiendas de que generaba expectativas de otra índole.

Hoy Castillo puede salir, orondo, a ratificar que no hay pruebas de corrupción en su contra y que el pedido de vacancia es una exageración política de sus adversarios, y va a ser difícil refutarlo. La gravedad de la denuncia de hace dos domingos caerá en saco roto, en términos psicosociales, por lo sucedido hace pocas horas.

Lo cierto es que el momento destituyente parece que seguirá siendo el próximo año, no éste. Mejor, porque una vacancia apresurada solo iba a victimizar y favorecer a quien merece el desierto político por muchos años, como es la coalición de izquierdas que nos gobierna. Sacar a Castillo a trompicones del poder, sin razones jurídicas y políticas suficientes, solo le iba a hacer un favor a ese sector del espectro ideológico.

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Cuarentena, Pedro Castillo, Presidente Castillo

Desde la caída del muro de Berlín y desde el Congreso de Huampaní, si hay algo que ha caracterizado a la izquierda peruana, o mejor dicho a la izquierda limeña, es hacer política en torno a caudillos de cualquier tendencia política y no a instituciones perdurables en el tiempo. Allí tenemos el apoyo a diversos personajes polémicos como: Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Susana Villarán, Pedro Pablo Kuczynski, Martin Vizcarra y, ahora, a Pedro Castillo y no a construir partido que sostenga un proyecto político. Algo que les ha costado, y les sigue costando.

En teoría política se afirma que el grado de institucionalidad de una organización pasa no negar la existencia de tendencias al interno. Si las tendencias se convierten en facciones pues el partido político se debilita, generándose una ruptura. ¿Cómo surge Nuevo Perú? Dicha organización surge después de la ruptura del Frente Amplio, mejor dicho, surge después de las disputas entorno a Verónika Mendoza y el padre Marco Arana, que pudieron canalizar sus diferencias pero no lo hicieron, entorno a su desempeño como bancada en el Congreso de la República el año 2016 (año en el que obtuvieron 20 congresistas). 

No los unía ideas, los unía cuotas de poder. Efectivamente, eso podemos ver también en su actual alianza con Pedro Castillo. Desde la asunción al gobierno, el entorno de Pedro Castillo no ha estado exento de denuncias públicas (léase denuncias por vínculos con Movadef, brazo político de Sendero luminoso; denuncias por vínculos con el narcotráfico y por tráfico de influencias, entre otros). A pesar de ello, los miembros de Nuevo Perú en el gabinete ministerial no han mostrado disidencia alguna; por el contrario, han mostrado un apoyo reiterado, haciéndonos notar públicamente que importa más el sueldo y el cargo que las ideas que persiguen. 

Así, Nuevo Perú y Verónika Mendoza se alejan de toda proyección que generaban hasta entonces: la de ser moderados, la de haber aprendido de sus errores estatistas y la de querer construir institucionalidad. Con el apoyo a Pedro Castillo, dada la situación en la que se encuentra producto de corruptelas a su alrededor, Nuevo Perú pierde la oportunidad de lograr una llegada a la presidencia por un buen y largo tiempo. 

La trágica historia de finales de siglo XX se vuelve a repetir, por no lograr aprender de ella y avanzar hacia una socialdemocracia como lo hicieron partidos que tuvieron su mismo origen, no han logrado y no logran proyectar una imagen de modernidad. 

 

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Congreso de Huampaní, Democracia, Nuevo Perú, S.XX, Verónika Mendoza

No parece ser que vayamos a tener semanas tranquilas en bastante tiempo. El recuerdo de noviembre 2020 vuelve y vuelve sobre nuestra cabeza, porque cada vez está más cerca de repetirse. Con un escenario distinto y actores que parecen serlo también. En este escenario aparecen dos informes que son muy relevantes para estudiar y considerar, que nos ayudan a explicar lo que vamos viviendo en el país. Se trata del Pulso de la Democracia 2021, de LAPOP; y del informe Estado Global de la Democracia 2021: Construyendo Resiliencia en la era de la pandemia, de IDEA Internacional. Ambos de muy reciente lanzamiento, por ello su vigencia. EN todos los casos se trata además de estudios comparados que incluyen al Perú dentro de los países consultados. Voy a tratar de revisar algunos datos que son claves para entender el momento actual del país.

En el informe de IDEA Internacional la mirada es preocupante. Se señala con asombro que “más países que nunca están sufriendo de «erosión democrática» (declive en la calidad democrática), incluso en las democracias establecidas. El número de países que experimentan un «retroceso democrático» (un tipo de erosión democrática más grave y deliberada) nunca ha sido tan alto como en la última década”. Un dato clave para entender este tema es que aproximadamente la cuarta parte de la población mundial vive en países con este retroceso democrático. Nada menos.

Asimismo, el reporte señala que, en el mundo, el número de países que transitaron por vías autoritarias fueron más que aquellos que iban en una dirección democrática en el 2020. Afortunadamente, no se considera al Perú en este escenario. Pero uno de los elementos centrales de erosión de la democracia a nivel global es el cuestionamiento que se hace a la integridad electoral, sin fundamentos ni prueba. Allí sí nos coge mal parados y nos deja en el mismo grupo que USA, Brasil Myanmar y otros. 

Sin embargo, el informe también explicita que durante 2020 y 2021los movimientos a favor de la democracia han sido abundantes y han sabido enfrentarse a fuerzas represoras. Esto y la capacidad de plantear elecciones libres en plena pandemia son detalles que marcan un compromiso general con la idea de democracia.

Por su parte, el informe de LAPOP revela, en la región -pero sobre todo en el país-, descubrimientos igual de preocupantes. Si en Latinoamérica dos de cada tres ciudadanos consideran que la democracia es el modo de gobierno preferible a cualquier otra forma, en el Perú este indicador alcanza apenas el 50%, solo por encima de Haití y Honduras. Apenas el 21%, una de cada cinco personas, se siente insatisfecha con la democracia. Muy lejos del 82% que tiene Uruguay, por ejemplo.

Además, somos el país de América Latina que más toleraría un golpe de Estado en circunstancias de extrema corrupción (52%) y los segundos en tolerarlo en caso de una emergencia sanitaria (39%, solo superados por Jamaica). No nos quedamos cortos en la desconfianza hacia las elecciones. Solo el 33% de la ciudadanía confía en las elecciones en el Perú.

Un dato que pocos han relevado de este informe es que, en el país, el 89% de la población cree que los ricos siempre / algunas veces compra elecciones. La desconfianza en el sistema electoral tiene más que ver con la manipulación por ese lado antes que por fraudes como sostenían los ahora promotores de la vacancia.   

Hay bastante más información en ambos informes. Pero nos detenemos allí para repensar algunos de estos datos y someterlos a un juicio algo más sostenido. Una pregunta que jamás nos hacemos es ¿de qué forma queremos ser gobernados los peruanos? ¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar si el sistema electoral actual, la manera de “vivir” la democracia, es relevante para los peruanos?

Creo que la trampa máxima en la que caemos al leer estos muy valiosos reportes es solamente compararnos con la región, pero no pensamos si es que hay preguntas más directas que hacerle a la ciudadanía nacional con respecto a su experiencia con la democracia.

Desde luego la primera que se me ocurre es ¿qué es la democracia para los peruanos? Pero la segunda con igual margen de importancia es: ¿es relevante? Sin una definición más o menos precisa de esto es difícil poder catalogar la calidad de la respuesta. Podemos decir lo profundamente antidemocráticos que somos como sociedad y ejemplificarlo de miles de formas. Pero no lo solemos hacer sino desde nuestra perspectiva o la que los manuales y libros nos enseñan.

La pregunta sobre relevancia decíamos que es incluso más importante. Porque es la que nos mete a fondo en la idea de a dónde vamos como sociedad. Si la democracia no es empata con una forma de vida, de desarrollo, de futuro, efectivamente que la valoremos o no es poco central. Y plantea otros retos para desarrollar que simplemente el indicador de aprobación.

Tengo la hipótesis no probada de que este es un tema muy poco -o nada- relevante en la vida de la gente. Que hay un circuito de razonamiento perverso que parte del axioma: “todos son iguales” y que por lo tanto es tan irrelevante a quién elijamos que aquel que genere alguna emoción, así sea un hipo, va a terminar llevándo mi voto. Pero además se trata de una profecía autocumplida: todos son iguales. Por lo tanto, ya no me decepcionan. Se que harán muy mal las cosas. 

Y la coyuntura termina siendo un circo mediático. Los hechos tampoco son relevantes. La presión de los medios no genera un circuito de realidad alterna. Si la TV trata de demostrar que ha subido el pollo y el pollo no ha subido, “el pueblo” lo sabrá porque lo compra a diario. Los medios ya no son informativos, son voceros. Por ello asistimos a un espectáculo permanente en el que los actores políticos tienen tanta relevancia como la farándula o el deporte. Y los casos se trivializan de la misma forma. El escándalo nos gusta por el morbo que genera no porque nos afecte directamente. Igual, mañana se vivirá un día diferente y ninguno de esos actores se relaciona conmigo. Esa es la política y esa es la democracia.

Por eso, que nos digan comunistas o fachos, izquierdistas o derechistas, IBA o DBA, nos resbala. Tratamos de relacionarnos de otra manera. Por eso botamos a Merino y a la siguiente elegimos a Castillo y tal vez a la siguiente a López Aliaga (¡madera!). ¿Transitamos ideológicamente tan a la ligera? No, simplemente elegimos lo que nos sale del forro.

Este artículo se escribe a las 7 de la noche del domingo. No sabemos qué gran primicia nos tiene reservada Gilberto Hume, en su delirio permanente. Lo que sí sabemos es que en general, a la gente con la que se va a cruzar hoy, que está apurada para llegar a su trabajo o quiere terminar sus asuntos lo antes posible, le va a importar muy poco.

Mientras no entendamos de qué forma queremos plantear la forma de ordenarnos, jugar a la democracia será cada vez menos importante para los peruanos.

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Democracia, política peruana

¿La derecha tiene que unirse? ¿Las circunstancias críticas por las que pasa el país obligan a un acto político que en circunstancias normales no sería necesario? ¿O, por el contrario, es importante que se siga produciendo una criba entre los diversos actores que van desde el centro a la derecha del espectro ideológico peruano?

En Uruguay se creó la llamada “coalición multicolor” que agrupó a los archienemigos partidos blanco y colorado e, inclusive, a grupos de extrema derecha, ganaron las elecciones y pusieron al derechista Luis Lacalle en la Presidencia, con mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Así pudieron derrotar al Frente Amplio, colectivo izquierdista que ya había estado en el poder con Tabaré Vásquez y José Mujica, entre el 2005 y el 2020.

En el Perú, los hechos no parecen obligar a ello. La izquierda no solo ha sufrido un enorme desprestigio en su corta gestión gubernativa con Pedro Castillo, sino que se ha dividido entre los sectores radicales y los que, desde dicha orilla (coincidiendo con la extrema derecha) llaman “caviares defensores del establishment”, la izquierda moderada.

No hay, pues, un gran enemigo al frente y, salvo que se produzca una vacancia expréss y precoz, jurídicamente injustificada, no hay forma de que resurja algún candidato disruptivo de izquierda en el futuro mediato o inmediato. La derecha no tendría necesidad de unirse electoralmente para alcanzar el poder.

Lo que sí parece necesario es que se diseñe un programa mínimo común, una suerte de Acuerdo Nacional centroderechista, que varios candidatos con pensamiento similar firmen, y que, una vez definida la elección, se ejecute un pacto que asegure no solo el cumplimiento de ese acuerdo sino la consecución de la mayoría suficiente en el Legislativo para evitar de plano cualquier posibilidad de que volvamos a asomarnos al escenario de inestabilidad que implica el juego perverso de la vacancia presidencial-disolución del Congreso.

Se necesitan tres o cuatro lustros continuos de gobiernos de derecha para asegurar, esta vez construyendo en paralelo un Estado eficiente y moderno (especialmente en salud y educación públicas), que el país prospere lo suficiente para desterrar para siempre extravíos populistas o regresiones izquierdistas.

-La del estribo: notable la serie televisiva Maradona, sueño bendito, que muestra los claroscuros de la vida del astro argentino del fútbol mundial, sin tamizar ninguna de las sombras tóxicas que arruinaron su vida, a la vez que nos devela el extraordinario carisma y liderazgo que le permitieron ascender de la pobreza extrema a la cúspide social. Va en Amazon, pero si no se tiene la suscripción, ya la tienen los proveedores amigos.

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Derecha, Izquierda, izquierda moderna

Se viene hablando del “Quinto Suyo” desde los años 90, cuando se hizo cada vez más visible la enorme ola migratoria de peruanos hacia el extranjero, motivada por las crisis económica y política de la década del 80, que además estuvo bañada de violencia, caos y corrupción. No que la cosa haya cambiado mucho desde entonces, aunque el país está más pacificado que en aquellos años, sin duda. (Muertos sigue habiendo, como Bryan e Inti y las víctimas de la represión estatal contra las protestas populares, sin mencionar el VRAEM, etc.; la necropolítica neoliberal, que le llaman). 

Lo cierto es que muchos peruanos continúan viendo en otras partes del mundo la posibilidad de alcanzar mejores niveles de vida y enriquecer su experiencia personal y profesional. Se calcula que deben ser cerca de tres millones los peruanos que viven en el extranjero, es decir, casi un 10% de la población del país. Son muchos peruanos, pues. Son muchas vidas transformadas. Son muchas y nuevas formas de peruanidad. Y eso revierte en la sociedad peruana a través de las remesas que envían esos “exiliados” a sus familias y las mil variantes de la globalización.

El coloso del norte ha sido el principal destino de la gran mayoría de esos nuevos migrantes. En conjunto, forman parte de la gran oleada que se conoce con el nombre de “los nuevos latinos”, no porque no haya habido migración peruana anterior, sino porque su número se ha multiplicado geométricamente en los últimos cuarenta años. Ahí están los estudios de don Teófilo Altamirano para probarlo. Entre esas vidas están las de numerosos artistas e intelectuales que han optado por hacer de los Estados Unidos su país de residencia.

El año 2015 la Asociación Internacional de Peruanistas y la Embajada del Perú en Washington organizaron el Primer Encuentro de Escritores Peruanos en los EEUU, con un éxito tan grande que más de 150 escritores profesionales (o al menos con un libro publicado) mandaron sus propuestas. Se hizo una selección rigurosa y el resultado todavía puede verse en el programa de ese Encuentro:

https://sites.google.com/site/encuentrodeescritoresperuanos/ 

El fenómeno de los escritores peruanos no ha hecho sino crecer. Existen editoriales de origen peruano como Pukiyari (dirigida por la escritora Ani Palacios), Axiara (del escritor Eduardo González Viaña) y Asaltoalcielo (que mantiene el poeta José Antonio Mazzotti), así como asociaciones y grupos de lectura que forman un mercado alternativo al de la academia y tienen cada vez un público más amplio, si bien hay que reconocer que las publicaciones en español son abrumadoramente minoritarias frente a las que ocurren en inglés en los EEUU. Mucho más las que se dan en lenguas originarias (el quechua, por ejemplo).

Por eso es importante reconocer que la literatura peruana en el país de Whitman, pese a su vigor, es todavía un fenómeno en transformación y crecimiento. Por lo mismo, los autores que llevan años o décadas acá (yo escribo ahora desde Colorado Springs) han ido asimilando el impacto del exilio de facto que viven cuando se mudan completamente (quizá para nunca volver, salvo por esporádicos viajes familiares) al terruño natal. Los peruanos llevamos al Perú siempre en el corazón, y lo mismo pasa con los escritores. Pero, a la vez, podemos experimentar con otras visiones, otros sabores y colores, otros sonidos. Eso, en el caso de narradores y poetas, deriva en novedosas producciones que difieren de los estilos, temáticas y preocupaciones de los autores que se quedaron en el Perú de manera permanente. Ni mejores ni peores. Simplemente diferentes.

Con ese motivo, el Instituto Cervantes de la Universidad de Harvard ha organizado para las 3 de la tarde de este jueves 9 de diciembre (fecha emblemática para el Perú) un panel de lujo con tres especialistas en el tema: “Ulises Juan Zevallos-Aguilar, que se centrará en los narradores de los años setenta y ochenta; José Antonio Mazzotti, que analizará la poesía, con la nostalgia, el destierro y la renovación como conceptos clave; y Juanita Heredia, que abordará las migraciones y las ciudades como temas centrales en las narrativas del siglo XXI”, según reza el cartel oficial.

Va a estar jugoso, pues son cientos los escritores involucrados en este gran movimiento literario de nuestro Quinto Suyo. Los interesados pueden inscribirse previamente en este enlace, de manera gratuita:

https://bit.ly/RSVP-Observatorio

Como dicen por acá, “ si yu leiter, aligueiter”.

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“Quinto Suyo”, estados unidos, Instituto Cervantes de la Universidad de Harvard
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