Opinión

Las civilizaciones siempre han tenido un marco ético y moral para establecer las reglas en que las relaciones humanas se desarrollan y que han evolucionado a través de la historia. Los diez mandamientos de la Iglesia Católica y las reglas de conducta precolombinas que sancionaban la mentira, el robo y la envidia, que forman parte de nuestro legado histórico y cultural, son en el Perú contemporáneo violados día a día. Los Códigos Civil y Penal han pasado a ser letra muerta, con autoridades que en lugar de hacer cumplir la Ley delinquen frente a nuestros ojos.

No es momento de quedarse callado. No podemos mirar al techo frente a esta escalada de mediocridad, trampa y mentira. Es momento de gritar nuestra indignación y vergüenza, a voz en cuello, sin medias tintas. Tenemos el deber de enfrentar al estiércol de la ineptitud y la amoralidad. No podemos ser tibios ni menos quedarnos callados. El silencio es cómplice y hay una vergüenza mayor: la vergüenza de tu silencio.

 

² https://bit.ly/3PjRYQw

David Hume, TNH 3.2.12.3 SB 571

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corrupción, sociedad

Antes se elegía como magistrados del TC a juristas con una trayectoria democrática y  con peso político. Magistrados que habían defendido la democracia ante golpes de Estado, que se habían opuesto a gobiernos corruptos y a la salida del Perú del Sistema Interamericano de Derechos Humanos; juristas de solvencia moral y académica que habían aportado al derecho y que eran conocidos por defender a ciudadanos del abuso del poder.

Quizá pedíamos un imposible: que un Congreso mediocre, golpista y vacador;  que está impulsando contrareformas como la de educación y la de transportes, elija a magistrados realmente idóneos que el Perú necesitaba.

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magistrados, TC, Tribunal Constitucional

Hay, adicionalmente, otro factor que las relativiza. Es el arraigado y profundo sentimiento antiestablishment que identifica al Perú desde hace décadas. Pesa más ese estado de ánimo que la eventual autodefinición ideológica en las categorías de izquierda-centro-derecha por las que pregunta la encuesta del IEP referida.

 

 

Y ese sentimiento va a crecer por obra y gracia del malhadado gobierno de Castillo, que, básicamente, por su pésima gestión, va a destruir las pocas islas de excelencia administrativa que existían en el Estado. El aparato público va a deteriorarse profundamente, su ausencia donde no estaba se ahondará y su presencia donde sí la tenía será mediocre e ineficiente. La población, el 2026 (u ojalá antes) votará con el mismo malhumor o mayor que en el 2021. Con mayor insatisfacción del statu quo. La encuesta del IEP no es, en ese sentido, reiteramos, un buen predictor de lo que entonces vaya a suceder. La derecha no se puede confiar ni bajar la guardia.

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Encuesta IEP, IEP

Nos encontramos en una crisis democrática, en donde se están vulnerando las principales instituciones y generando un contexto propicio para los autoritarismos y las restricciones de libertades fundamentales. El escenario es grave y debe generar la alerta de toda la ciudadanía, al menos de la que cree en la democracia como sistema político idóneo para vivir en cierta armonía. 

En este contexto la demanda de una Asamblea Constituyente es contraproducente. Y digo esto convencida de que, aunque el país necesita una nueva constitución que responda a las grandes demandas de la población y ponga barreras a las múltiples exclusiones; para la construcción de este nuevo pacto social se necesita una clase política honesta, alejada de la corrupción, comprometida con los valores y principios básicos democráticos y el Estado de derecho. El escenario que tenemos no es ese, sino todo lo contrario. 

Toca a la sociedad civil encontrar salidas a la crisis, a los liderazgos sociales realmente comprometidos con la igualdad y la no discriminación promover articulaciones que contribuyan a dar una respuesta dialogante y de consensos, con mínimos que no pueden transgredirse por afectar la dignidad humana. Difícil tarea.  Aunque es penoso decirlo, por ahora que se vayan todos.

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LGBTI, reformas

El grito “que se vayan todos” nunca debió cuajar. Los hechos comprobables debieran haber generado una ola popular para que se vaya Castillo y su impresentable modo de gobernar. Pero el Congreso se la ha puesto en bandeja y se ha sumado así, al frontis del desprestigio y consecuente rechazo.

 

A este paso, ya parece cantado que las alternativas potables para el 2026 (salvo que ocurra algún milagro y Castillo se vaya antes), provendrán de fuera del establishment vigente tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo. Toda la clase política -con honrosísimas excepciones- está haciendo un papelón y no está a la altura de las circunstancias.

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Congreso de la República, Gobierno

Los congresistas no calcularon la reacción ciudadana a su malhadada ley. No imaginaron una respuesta rápida y convocante que hace uso de un procedimiento que se encuentra contemplado en la Constitución de 1993. ¿Cuánto éxito tendrá esta iniciativa? Depende de la participación y movilización de cada ciudadano que no está a favor de la contrarreforma universitaria. Un termómetro del estado de ánimo ciudadano en relación con este tema será la movilización convocada para el viernes 13 de mayo en la Plaza San Martín en defensa de la educación universitaria. Castillo ya anunció que observará la autógrafa de ley. Esperemos que en esta ocasión sí cumpla con su palabra. 

 

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ciudadanos, Gobierno

¿Cuánto se recicla en Perú?

Según las cifras oficiales, en el Perú se generan 21 mil toneladas de residuos diariamente (equivalente a 3 estadios nacionales llenos). Esto equivale a 0.8 kilogramos de generación de residuos por persona al día. ¡Esto es casi 300 kilos por persona al año! Una cifra bastante alta. ¿Y cuánto reciclamos? De acuerdo con información del Minam, las cifras están en 1% de reciclaje formal.

 

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Cultura, Reciclaje, sociedad

Entre tanto, la comunidad inversora, los liderazgos políticos alternativos de la oposición (que anidan fuera del Congreso) y líderes de opinión, mejor será que nos hagamos a la idea de que veremos al Perú deteriorándose sin pausa en los más de cuatro años que le restan de mandato al gobierno actual, generando, terriblemente, las condiciones para que el 2026 la cuestión electoral sea aún peor que el 2021. La inacción o indolencia de la oposición parlamentaria corrobora que no tiene la talla para resolver el problema que sufrimos los peruanos de a pie, que no recibimos un seguro sueldo público y no tenemos las gollerías del poder.

 

 

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Congreso de la República

Eso genera que la política en el país, sin un espacio de competencia regulada (que podría ser a nivel de “marcas” como atajos de interpretación o de identidades claras), sea más interpersonal y por lo tanto retorica. Se deja de lado la ideología y prevalece el discurso. El problema es que ese discurso muchas veces distorsiona los criterios de la realidad “objetiva”, pero eso no importa, porque de lo que se trata es de sembrar elementos de argumentación.

Todos quieren asamblea constituyente o nadie quiere asamblea constituyente son absolutos con los que nos hemos acostumbrado a vivir en el país. Mencionar huecos en uno u otro discurso equivale a ganarse la sentencia de “vendido” al otro. Esos criterios de realidad contrapuestos son parte de un mismo escenario y conviven casi armoniosamente. Eso es curiosamente lo que mantiene en el poder al presidente Castillo: la oposición de dos discursos que neutraliza la expectativa de cambio.

A nivel de cómo este escenario funciona en el ciudadano elector, Simon Locke trabaja el tema en un compendio reciente de temas en psicología política. Para Locke, [5] la existencia de diferentes versiones de la realidad nos enfrenta a un dilema fundamental: 

¿es algo que existe en el mundo real, o simplemente una construcción humana, una invención de la persona que lo presenta? 

Este dilema está presente de manera constante. Lo que ocurre es que siempre tenemos los recursos para manejarlo, para justificarlo, para tratar una versión de una manera particular. Por ejemplo, un paradigma aceptado en la sociedad es presentar nuestra versión preferida como «científica», lo que le da una entrada importante a la discusión pública. Por ejemplo, el debate sobre la vacuna en tiempos de cuarentena COVID, se trató de llevar por ahí, recordemos la “vacuna peruana” de Chincha nomás.  

Locke también indica que “el discurso es siempre retórico, en el sentido de que todo lo que se dice o escribe es una versión presentada en relación con otras versiones competidoras potenciales o reales”. Para cada descripción del lado del objeto, hay una alternativa del lado del sujeto; y para cualquier afirmación empírica, se puede presentar una contingencia en oposición. Así es como las personas justifican y legitiman puntos de vista y deslegitiman puntos de vista opuestos. Se emplea el razonamiento argumentativo, buscando persuadir a otros (o incluso a ellos mismos) para que vean las cosas de una manera en lugar de otra

Los argumentos no existen simplemente como objetos que nos rondan por casualidad; surgen porque la gente los hace usando el lenguaje que proporciona nuestro mundo social. Como destacamos en un artículo pasado, donde citamos el trabajo de Montell sobre el lenguaje de culto: “Lo que ha hecho que la gente se adhiera a grupos de esta naturaleza es el lenguaje. Desde la astuta redefinición de palabras existentes (y la invención de nuevas) hasta eufemismos poderosos, códigos secretos, renombramientos, palabras de moda, cánticos y mantras, «hablar en lenguas», silencio forzado, incluso hashtags, el lenguaje es el medio clave por el cual todos se producen grados de influencia de culto.”[6]

El lenguaje nos permite representar la realidad de múltiples formas; es un depósito de argumentos que se expresan ​​en dichos cotidianos que resumen puntos de vista contrastantes. Estos dichos son persuasivos; estimulan nuestro pensamiento, que luego retroalimenta al mundo social del que se origina, reafirmando los argumentos a medida que se esfuerza por resolverlos. 

En resumen, parte del gran problema que estamos enfrentando es que no analizamos la oferta electoral desde el voto sino de manera previa. Así va a ser difícil entender qué pasó realmente. Una de las hipótesis que acá esbozamos es que esa oferta no está dada por marcas políticas (como atajos de promesas, planes, organización e ideología) sino por personas. Eso hace que el debate político se transforme de lo ideológico a lo personal. Lo que genera marcos de referencia que estamos recién empezando a ver y que pueden relacionarse más con elementos del lenguaje -discursivos- que con una acción política real.

 

[1] Mona Moufahim (ed.): Political Branding in Turbulent times (2022). Palgrave Macmillan.

[2] Pich & Armannsdottir (2022): Political Brand Identity and Image: Manifestations, Challenges and Tensions. En: Moufahim (2022)

[3] Un buen ejemplo de esto lo da el periodista Diego Salazar en el recomendable artículo: https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2022/04/25/peru-crisis-politica-2022-iep-barometro-de-las-america-pedro-castillo-salvador-del-solar-francisco-sagasti/

[4] Lilleker, D. (2005). The impact of political marketing on internal party democracy.

[5] Locke (2018): The Politics of Psychological Language: Discourse and Rhetoric. En: Political Psychology. A Social Psychological Approach. The British Psychological Society.

[6] https://sudaca.pe/noticia/opinion/los-peligros-del-lenguaje/

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Pedro Castillo
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