Opinión

Desde hace unas semanas se inició una crisis en el Ministerio del Interior, cuyos protagonistas fueron el ex ministro del Interior, Avelino Guillén, y el ex comandante general de la PNP, Javier Gallardo. Guillén denunció en una entrevista en “Epicentro TV” una serie de ascensos y traslados policiales conducidos por Gallardo en la PNP, donde se ha tratado de remover a generales de reconocida trayectoria, reubicando a otros integrantes de la policía al mando de direcciones clave, y cuya trayectoria es cuestionada para ejercer esos cargos. Asimismo, ha buscado recortar el presupuesto y reducir miembros de la DIVIAC.

Al parecer esto sería parte de una mafia que cobra por estos movimientos en la PNP, y como denunció el general Javier Bueno, en varios casos se habría pagado, según la posición a la que se postulaba, desde 25 mil dólares para lograr el ascenso. Y lo más cuestionable es cómo llega Gallardo a ser comandante general de la PNP. Según IDL, el congresista cajamarquino por Perú Libre, Américo Gonza Castillo, lleva a Gallardo a reunirse con el presidente Castillo antes de ser comandante, y poco después se anuncia su ascenso.

No solo habría una mafia que cobra por ascensos, sino un escándalo de corrupción por presuntos contratos corruptos en la Policía durante la pandemia, por lo cual la ex suboficial de la PNP, Patricia Sovero, está siendo investigada por la Fiscalía. Aun así, ella se ha reunido varias veces con Pedro Castillo, y en una de esas reuniones estuvo presente el ex comandante general Javier Gallardo.

Avelino Guillén trató de luchar contra todo lo antes mencionado. Observó las listas de ascensos presentadas por Gallardo, aunque este último habría hecho caso omiso a los cambios solicitados, y al tener contacto directo con Palacio de Gobierno, pasaba por alto al ex ministro del Interior en todas las coordinaciones. Guillén denunció esto ante Castillo, sin recibir respuesta alguna, lo que llevó a su irrevocable renuncia, admitida el domingo pasado en la noche.

¿Qué hizo Castillo? Brilló por su silencio, un silencio que podría representar un blindaje a la corrupción, y de ser así, sería una puñalada en la espalda al “pueblo” que tanto dice representar. El pueblo pide a gritos seguridad ciudadana, el pueblo pide a gritos luchar contra la corrupción. ¿Esperar dos semanas para actuar y recién oficializar el pase al retiro de Gallardo? Muy tarde señor presidente. 

Avelino Guillén ha sido en mi opinión de lo más destacado de este gabinete. Trató de defender la institución de la PNP, fue un político fuerte que denunció las irregularidades de las que fue testigo, no se prestó a ser parte de la presunta corrupción organizada por Gallardo, y, para reforzar la lucha contra el crimen organizado en el país, buscó impulsar que la DIVIAC sea considerada como una dirección al interior de la PNP. Durante su gestión se han desarticulado diversas bandas criminales, y, aun así, no recibió el respaldo del mandatorio del Perú.

Nuestro presidente parece estar más preocupado por darle mar a Bolivia que por mejorar la seguridad ciudadana. Se olvida que representa al “pueblo”. Lamentablemente ya nos estamos acostumbrado a su silencio, a su falta de mano dura, a su poco accionar en temas relevantes para la ciudadanía. Parece que Castillo sigue usando al Perú como su escuela de gobernabilidad. Me pregunto, ¿cuánto más tiempo tiene que pasar para que se tome en serio su cargo y comience a gobernar en beneficio del “pueblo”?

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Avelino Guillén, PNP

 

La frase que le da título a este artículo es la recomposición de una frase muy famosa de la película Star Wars Episodio 3: La venganza de los Sith, que narra el momento en el cual Ben Kenobi le dice a Anakin Skywalker, después de dejarlo muy malherido en el planeta Mustafar, que él era el elegido por la profecía para salvar al mundo, para recomponer la fuerza. 

Esta frase tiene lugar en el Perú ahora porque durante la última semana y más precisamente en los últimos días hemos asistido a una profundización de la desconfianza y del deterioro de la imagen del presidente Castillo ya no ante la derecha sino ante sectores moderados de la izquierda que lo empiezan a ver de manera diferente. Incluso sus aliados en el gobierno han salido con comunicados bastante elocuentes con respecto a la acción política del presidente.

tweet Verónika Mendoza
El punto de inicio de este nuevo conflicto que afronta el presidente Castillo tiene que ver con la renuncia del ministro del Interior Avelino Guillén en circunstancias en las cuales lo que el ministro saliente solicitaba era la autorización presidencial para la remoción del Comandante General de la Policía Nacional, que colisionaba con una gestión transparente del ministro. 

La indecisión del presidente ha sido considerada como ponerse de costado frente a la evidencia de la corrupción dentro de la Policía Nacional y eso ha generado que incluso sectores que habían manifestado un apoyo notorio al presidente hoy estén cuestionando al mismo y estén presionando para que desde el Gobierno se genere una corriente o de ruptura o de cambio profundo en la composición de los principales cuadros del Poder Ejecutivo.

Por fin ayer en la noche el presidente tomó una decisión y parece “salomónica”: aparta tanto al ministro como al director general de la policía. Sin embargo genera algunas interrogantes y algunos problemas que trataremos de resolver en los siguientes días pero no es ese el objetivo central de este artículo. 

Lo que vamos a tratar de considerar esta semana es cuál es el rol que juega la otra izquierda dentro del Gobierno de Perú libre y el presidente Castillo, cuál es el rol que desde el Movimiento Nuevo Perú y desde otros actores de la izquierda se está cumpliendo; si se trata de un rol que está llegando a su fin o si es que se tiene más músculo para continuar acompañando al Gobierno actual.

Aparentemente la primera ministra Vasquez, quien avalaba a Guillén, se ha conformado con la decisión presidencial, estando presente en la reunión del domingo por la noche que determinó la decisión final presidencial. Y ayer los ministros Durán y Francke acompañaron a Castillo en su recorrido por las provincias del oriente, mostrando incluso selfies alegres en sus redes sociales. Lo que daría por sentado que desde los aliados del gobierno se trata de un impase que como otros (la crisis Barranzuela, la crisis Pacheco, por citar solo dos, pero van varias) se da por superado. 

Como en otras ocasiones vamos a tratar de hacer un artículo colaborativo con la participación de algunos que tuvieron la gentileza de colaborar con un mensaje que se colocó ayer en el Twitter. Desde luego la mirada que le damos se sujeta a lo que este autor considera qué es el norte del tema, pero respetando la pluralidad de opiniones que se plantean.

Alonso Gurmendi, conocido abogado e hiper estrella del Twitter nacional, considera que este problema no nace acá y que más bien la izquierda no ha logrado plantear desde un inicio una toma de posición más principista. Lo que Gurmendi plantea es por qué recién ahora la izquierda se preocupa de tener principios con respecto a la corrupción y antes no levantó la mano frente a temas de homofobia, misoginia y otros que desde el inicio del gobierno se dejaron ver: por qué desde la izquierda moderada recién ahora hace cuestión de Estado por el tema Guillén, pero se permite la compañía en un gobierno que en otras líneas se mostró contrario a sus propias banderas fundamentales. 

Es un buen punto de partida: si se está cómodo con A por qué no está cómodo con B. Sin embargo, consideramos desde este espacio que son momentos diferentes para evaluar la acción desde los socios del gobierno, pues al inicio de este periodo se podía considerar que había una curva de aprendizaje y de correlación que hacía ser posible pensar en cambios desde adentro y que por eso la toma de posición podía irse dando en los hechos. 

De hecho, Gurmendi no considera que con respecto por ejemplo a la composición paritaria del gabinete sí hubo cambios. La llegada de Mirtha Vásquez generó varios cambios al interior del mismo gabinete y que se ha ido avanzando -con el Ministerio de la Mujer sobre todo- en el desarrollo de una política bastante más inclusiva. Estamos lejos todavía de pensar que estamos en una plataforma de izquierda, pero que hubo avances, los ha habido. 

Laura Arroyo, por su parte, comunicadora e intelectual, señala más bien que ese pedido de coherencia suele ser siempre orientado a las izquierdas y nunca a las derechas. Pero, además, considera que se trata de un proceso no lineal, que genera contradicciones y que lo importante es dar la pelea desde adentro y que ese espacio es el que Nuevo Perú y la Premier están dando.

Con ese punto de partida la pregunta seguía abierta: qué es aquello que todavía mantiene el vínculo entre sectores más institucionales de la izquierda como el Movimiento Nuevo Perú y el gobierno del presidente Castillo. La hipótesis optimista que plantean algunos comentaristas es que el vínculo se mantiene por la necesidad que se tiene de asegurar la viabilidad de algunas conquistas que se pueden hacer desde el gobierno. El mantener carteras claves de apoyo social y del manejo de la economía mantienen el optimismo de poder hacer una gestión adecuada y tratar de ir conquistando otros cambios desde adentro. 

El otro aspecto optimista es que en realidad se trataría de un sacrificio de la dirigencia y militancia de estos sectores de la izquierda, que con su presencia hacen que el gabinete mantenga una composición progresista y así se evita la llegada de determinadas corrientes que puedan ser dañinas para el desarrollo del ejercicio del gobierno: concretamente que se tome un rumbo más radical o que por el contrario se alíe explícitamente con Acuña, Acción Popular o incluso el fujimorismo. 


Otra posición es la del pragmatismo. Esta posición -señalada por varios de los analistas que han comentado la pregunta inicial- lo que sostiene es que un sector de la izquierda ve en los sectores que manejan la oportunidad de mantener una cuota de poder, de desarrollar líneas de trabajo que puedan servir de plataforma a posteriori y de poder ratificar su influencia dentro del Poder Ejecutivo. Es decir: se plantea la posibilidad de que la comodidad de permanecer en el gabinete se explique por la posibilidad de obtener beneficios adicionales posteriores. Se trataría de un cálculo hacia adelante más que de una apuesta por el presente.  

Particularmente creo que esto es una visión poco ubicada en la realidad: a los ojos de la opinión pública es poco probable que se pueda separar la paja del trigo en una gestión vista como polémica y la verdad es que es poco lo que se pueda considerar como ganancia a futuro en términos de imagen si es que los indicadores generales del Gobierno no mejoran a ojos de la opinión pública.

Finalmente, la mirada de “interés” que nunca falta: de mantienen ahí porque son parásitos, por el sueldo, porque solo les interesa le poder, etc. Incluso el excongresista Arce tiene palabras duras para sus ex correligionarios:

En concreto, no existe una forma de entender cuál es el juego que desde los aliados del gobierno están desempeñando. Lo que sí parece claro es que su presencia genera una mejor imagen a favor de Castillo y aseguraría cierta racionalidad en sectores relevantes. No sabemos si sea un tema que a la interna de los movimientos de la izquierda se esté discutiendo o si vayan a existir más renuncias luego de esto. Pero lo que es claro es que el presidente no da para muchos más traspiés. 

Por cierto, en la película, si bien Kenobi derrota a Skywalker, este es acogido por el lado oscuro y reconstruido como Darth Vader, implacable y malvado general del imperio. Kenobi se ve forzado a exiliarse en el desierto de Tatooine donde décadas después conocerá a Luke. Pero eso es otra parte de la historia.

 

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Izquierda, Nuevo Perú, Pedro Castillo


Un reciente artículo publicado en Foco Económico, bajo la autoría de los brillantes economistas peruanos, Roberto Chang y César Martinelli, trata de dilucidar el impacto económico que tiene un liderazgo mediocre, conducido por alguien no preparado para el cargo presidencial (como el propio presidente Castillo se ha esmerado en autocalificarse en las tres entrevistas que diera recientemente).

En dicho artículo (http://ow.ly/MiYi30s97Mk), se hace mención a un estudio de Tim Besley, José Montalvo y Marta Reynal-Querol, en el que se concluye que “tener que reemplazar a un jefe de Estado con educación superior (estudios universitarios o de posgrado) causa una caída de 0.7-0.9 puntos porcentuales de crecimiento económico anual en los cinco años siguientes (…). Las magnitudes son más marcadas si un país tiene la mala suerte de pasar de un líder con educación superior a uno sin ella. De acuerdo con Besley et al., dicho evento resulta en una pérdida de 1.7 puntos porcentuales en el crecimiento anual por cinco años”.

En el estudio se supone que la educación recibida es un indicador confiable, lo cual en el Perú es relativo, dado el paupérrimo nivel de muchas universidades locales, pero el estudio no pierde filo ni vigencia, y adquiere particular relevancia en la medida que mide, finalmente, cuánto impacta el buen grado de preparación y efectivo liderazgo de un Presidente, en comparación a la situación que se genera cuando el referido liderazgo es, como el de Castillo, inexistente o mediocre.

Haciendo un cálculo somero en base a dicho estudio, se puede concluir que Castillo, por sí solo, sin contar las deficientes políticas públicas que despliega en casi todas las áreas de la administración estatal, nos cuesta más de un punto porcentual de pérdida del PBI cada año, es decir, alrededor de dos mil millones de dólares. En los cinco años de su mandato, el Perú dejará de crecer la friolera de 10 mil millones de dólares, exclusivamente por su personalidad esquiva, poco diligente, timorata, indecisa y pueril.

Es terrible que casi treinta años de crecimiento sostenido, a pesar de haber sufrido gobernantes corruptos, se puedan ir por la borda por la indolencia y levedad del personaje que llegó a Palacio por la azaroza conjunción de factores vinculados a una pandemia, que empujó a la ciudadanía, incauta, a votar por un candidato antiestablishment, sin importar sus nulas credenciales para ejercer el cargo para el que postulaba y que hoy, como era inevitable, mal regenta.

Lo sucedido en las últimas elecciones que acaba de suceder hace unos siete meses merece una lectura en perspectiva. A la luz de los datos presentados por la ONPE, la situación política del país pasa por una representación social y política con limitaciones, aún sin proyección real a largo plazo. Sobre todo, después de dos décadas y media de crecimiento económico, el cual generó nuevas clases medias, nuevos sectores ricos del país y una dinámica popular ligada a la creación de riqueza sin canalización de demandas por parte de un Estado ineficiente en medio de una descentralización que necesita un segundo reimpulso. 

Carlos Meléndez escribió en su columna para El Comercio (16/05/2015), el cual nos puede servir como referente para explicar mi argumento lo siguiente: “los canales de intermediación política y social en el Perú están rotos”, y que “los dirigentes sociales ven reducidas a las de simples operadores políticos […] sin capacidad real de control, ascendencia y dirección del movimiento social”. Detengámonos aquí que tengo mis observaciones. 

Estando en un sistema postcolapso del sistema de partidos a nivel nacional, ¿aún seguimos con los canales de intermediación política y social rotos como sostiene Meléndez? Hace unos años realicé un estudio sobre formación partidaria a nivel subnacional para mi maestría, y los resultados que encontré son que, después de dos décadas y media de intensa actividad minera en el Perú, se está configurando el escenario político en algunas regiones del país (como Cajamarca la parte sur del país) que pueden tener repercusión a nivel nacional. 

En ese sentido, no se puede seguir sosteniendo que los canales de intermediación están rotos, sino que están reconfigurándose en un contexto político que gira en torno al resquebrajamiento y la organización mínima, en donde las minorías activas cobran fuerza que la situación de crisis de toda índole lo permite para polarizar escenarios electorales. Así llegó -por ejemplo- Pedro Castillo al gobierno. 

El pésimo manejo de las empresas mineras en casos emblemáticos como Conga y Tía María y –ahora- Las Bambas formaron un cúmulo de descontento social de décadas, que ha devenido en división política, que están aprovechando algunas minorías activas que cuentan con organización mínima.

Recalco: tengamos en cuenta cómo de ciertas coyunturas se están formando representación política y social aún con limitaciones que es aprovechada por minorías activas en ciertas coyunturas críticas que nos presenta el escenario político peruano. 

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2021, elecciones presidenciales, ONPE

Hace 77 años el ejército de la Unión Soviética liberó Auschwitz. El horror —que muchos intuían y no pocos sabían— para siempre vinculado con el lugar y su nombre, fue desvelado ante los ojos del mundo.

La conciencia universal despertó, entumecida y luego asqueada, ante un emprendimiento macabro: eliminar a todos aquellos definidos —algunos, no pocos, sin saberlo o quererlo— como judíos. Fue una empresa. Con todos los ingredientes de industriosidad, planeamiento, contabilidad, tecnología y marketing asociados al término. Llevada a cabo con una crueldad radical. Apañada por la complicidad, por lo menos pasiva e indiferente, de países y organizaciones; y  opiniones públicas, comenzando por la de los ciudadanos alemanes de la época. 

Los testimonios aúllan todos los grados de salvajismo y ausencia de empatía y compasión: miradas inescrutables de niños con las manos en alto ante ametralladoras en ristre, cenizas de lo que fueron cadáveres gaseados, montañas de dientes con coronas de oro, monstruosos resultados de experimentos biológicos. La lista es interminable. Están los museos que nos pasean por el horror que no se debe repetir. 

En circunstancias como las actuales, con muchos componentes que abonaron el terreno en el que prosperó lo anterior, debemos, sin embargo, ir más allá del estremecimiento. Hay algo que no debe escapar a nuestra comprensión. Tiene que ver con la naturaleza de la especie humana —que nunca me ha despertado demasiado optimismo— y las derivas de las que son capaces las sociedades donde se desenvuelve. 

Los judíos, sin duda, hemos sido blanco privilegiado de la vocación desterradora y exterminadora, pero no tenemos derechos de exclusividad, ni en ese momento —recuerden a gitanos, homosexuales, comunistas— ni en otros muchos, demasiados. Y en lo que se refiere a crueldad, bueno, la competencia por infligir daño creativa y eficientemente a los semejantes es dura. 

Es otra cosa. 

Lo que hace absolutamente único y satánico al holocausto es que mucho antes de que funcionaran los campos de concentración, previamente a que las fauces asesinas en toda su variedad se pusieran en marcha, cuando Hitler era un gobernante observado con curiosidad y admiración, cubierto por un manto de origen democrático, cuando el régimen nazi cosechaba el equivalente de nuestros likes en mucha gente, mucho antes de que las divisiones alemanas invadieran Polonia, y de que Goering le diera luz verde a Heydrich para delinear la solución final… 

Mucho antes, desde 1933, hubo leyes. 

Sí, en el principio fue el verbo en versión legal: ya no puedes ejercer como médico, espera ahora tampoco como abogado, y, bueno, hay demasiados estudiantes así que de los tuyos solo unos cuantos, por si acaso, tampoco puedes ser oficial del ejército ni ser parte de la administración tributaria, ni curar animales, ni enseñar a escolares, ni tus hijos ser escolares, ni poseer pasaporte (ya, ya, tenlo pero con una letra J bien visible en todas las páginas), ni disponer de tu nombre o el de tu empresa (espera, mejor no puedes ser propietario de una), ni tener palomas mensajeras (digamos que no puedes usar WhatsApp), ni siquiera —no le vas a quitar la buena suerte a otro— puedes comprar un billete de la lotería. Todo lo anterior y mucho más, debidamente formulado como normativa y publicado en el periódico oficial. 

Lo anterior, queridos lectores, las disposiciones legales, se dio antes de 1939, cuando aún Auschwitz estaba en planos, el Zyklon B no entraba en contacto con el aire y los hornos no tenían lo que cremar. 

La legalidad fue inoculando la exclusión de un grupo palpitante de la comunidad nacional. Una secuencia de incrementos graduales desplegados con sentido dramático y práctico, fue convirtiendo un órgano del cuerpo en irrelevante, sobrante, dañino. La amputación se dio en la mente colectiva, respetuosa de las reglas, y su realidad física sobrevino luego como un trámite banal, trivial. La maldad eficaz que se hace invisible porque ha sido previamente legalizada es lo más atroz del holocausto. Cuando llegaron las torturas y ejecuciones, las matanzas y otros actos perversos, ya era muy tarde. La oposición sin concesiones, la insurgencia decidida eran imperativas frente a las leyes. Ante las cámaras de gas solo queda el espíritu de resignación suicida y corajuda del Gueto de Varsovia o la fortaleza de Masada. 

Si se deja que las leyes se establezcan, aceptando convivir con ellas, la maquinaria sádica y cruel solo será un sello burocrático que, podría decirse, no matará a nadie.  Solo procesará cadáveres producidos por leyes. Los holocaustos, los atentados más groseros contra la humanidad, siempre comienzan con leyes. 

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Ex URSS, guerras, leyes

Luego del nuevo incidente político ocasionado por la renuncia del ministro del Interior, Avelino Guillén, y la pasmosa indecisión presidencial respecto del impasse surgido entre el renunciante y el comandante general de la Policía -lo que aceleró la renuncia-, ya va quedando más o menos claro que el gobierno de Castillo no se va a mover un milímetro de la mediocridad reinante.

Analizar este gobierno bajo una perspectiva ideológica, en esa medida, parece una exageración analítica. No existe tal. Para quienes temían un apocalipsis chavista, es, sin duda, una buena noticia, porque no va a ocurrir (además, porque Castillo está atado de manos por el Congreso para perpetrar semejante desvarío), pero para quienes consideramos que el momento internacional es espectacularmente propicio para un shock capitalista, que desate las inversiones privadas a su máxima potencia (de modo especial en el sector minero, dados los altos precios de los minerales en el mundo) y que, por ende, eleve significativamente la prosperidad y reduzca la pobreza a pasos acelerados, tal ruta de mediocridad es una noticia lamentable.

Ni siquiera habrá una parcial reforma del Estado. Las referencias permanentes del Presidente a la salud y la educación, quedarán en palabras huecas. No solo ha nombrado ministros en el sector Educación, que están en contra de la reforma universitaria y la magisterial, sino que, en el sector Salud, fuera de los esfuerzos para acelerar la vacunación (que tampoco es que esté en un nivel de excelencia, si nos comparamos con otros países de la región), no se ha avanzado un milímetro en la reforma urgente de un sector crucial para la equidad ciudadana que este gobierno tanto se precia de buscar.

Ya de por sí, que la izquierda asumiese las riendas del poder en un contexto tan favorable para desplegar una opción promercado, era un hecho a lamentar. Que, encima de ello, la izquierda que nos gobierne sea tan mediocre y primaria, nos lleva a una genuina indignación.

La irresponsabilidad e indolencia con que se están manejando las políticas públicas en el país, son moralmente punibles, y exigirían una actitud más enérgica del Congreso. De este poder del Estado depende que el desastre se logre atenuar en alguna medida.

Al cabo de los cinco años de su gobierno -si antes un desmadre corrupto no se lo lleva de encuentro (cosa probable dada la desprolijidad con la que el Presidente, sin propósito de enmienda, maneja los asuntos públicos)-, Castillo volteará la mirada hacia atrás, y si alcanza un inesperado rapto de lucidez, solo hallará un horizonte gris, ninguna reforma importante, y un país en peor situación que aquella en la que lo recibió.

-La del estribo: el BCP nuevamente nos trae la grata noticia de una nueva publicación de la colección Arte y Tesoros del Perú. Esta vez, a propósito del Bicentenario de la República, presenta el libro Forjando la Nación peruana. El incaísmo y los idearios políticos de la república (siglos XVIII-XX), que investiga el rol que tuvo la Ilustración en América, los orígenes de la nación peruana y el papel que asumieron los incas como referentes dentro del pensamiento ilustrado. Este volumen ha estado bajo la coordinación de Ramón Mujica y reúne 19 ensayos, entre otros de Carmen Mc Evoy, Gustavo Buntinx, Mark Thurner y Luis Eduardo Wuffarden. Por cierto, los libros publicados por el BCP pueden descargarse gratuitamente en www.fondoeditorialBCP.com.

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Avelino Guillén, Pedro Castillo, política peruana

Es entendible que en la primera fase del gobierno de Castillo, en un contexto en el cual se les acusaba de fraude y la extrema derecha buscaba deslegitimar su triunfo electoral, Castillo haya buscado consolidar su alianza co-gobernando con los aliados políticos que lo llevaron a la presidencia. Así Bellido asumió como primer ministro y se formó un gabinete con cuadros de Peru Libre y Juntos por el Perú.

A medida que pasó el tiempo fue quedando claro que las acusaciones de fraude eran falsas y que era una estrategia política de la derecha para deslegitimar el triunfo de Castillo. Ese peligro se fue desinflando en la medida que quedaba claro que el fraude era una ficción.

Entonces empezó la segunda fase del gobierno en la cual la amenaza principal no eran las acusaciones de fraude sino la agenda polarizante, conflictiva y retrógrada de los representantes de extrema izquierda en el gabinete. Castillo entendió la situación y corrigió nombrando a Mirtha Vasquez como primera ministra y eligiendo cuadros ministeriales más sensatos y centristas.

En ese momento empezó la tercera fase del gobierno en la cual la amenaza principal no era la agenda de extrema izquierda sino la incompetencia y corrupción de diversos funcionarios del gobierno. En esta fase se ha dado un escándalo tras otro, demostrando en algunos casos la falta de preparación y en otros el comportamiento corrupto de diversos funcionarios. 

A la hora de definir posiciones de gobierno Castillo priorizo lealtad sin tomar en cuenta si estas personas tenían la preparación para el puesto o tenían un comportamiento corrupto. Esa lealtad le generó una falsa sensación de control mientras que abonaba el terreno para futuros escándalos de corrupción e incompetencia. 

La cereza la puso la entrevista en CNN, en la cual quedó claro que Castillo no era capaz de articular respuestas ni presentar posiciones políticas coherentes. Castillo trata de ser conciliador, pero sin posiciones claras, quiere estar bien con todos y solo genera crisis más complicadas. No solo elige incompetentes sino queda como incompetente tambien. 

¿Que puede hacer Castillo para responder a esta crisis? No se necesita ser una lumbrera para gobernar el país, se puede lograr mucho con un poco de sentido común, para lo cual no se necesita estudiar en el extranjero. Para superar el problema de incompetencia y corrupción que tiene en su gobierno la lección es muy simple: 

ELIGE A GENTE PREPARADA Y HONESTA.

Esa consigna es la clave del éxito para los siguientes cinco años de gobierno. Bien aplicada genera un círculo virtuoso: eliges a gente preparada y honesta, el desempeño del gobierno mejora, la aprobación de la ciudadanía aumenta, atraes a más gente preparada y honesta, los inversionistas regresan, los negocios se activan, etc.

El gobierno no es una bolsa de empleos para los amigos del presidente ni los miembros del partido, es una organización hecha para servir al país y que requiere profesionales con experiencia, capacidad y liderazgo. 

En el siglo 19 en EE.UU el modus operandi del gobierno para elegir funcionarios era el “spoils system” o “sistema de tráfico de influencias” mediante el cual los puestos de gobierno se definían en función de amistades y conexiones partidarias. 

Despues del asesinato del presidente Garfield en 1883, se aprobo la Ley de reforma del servicio civil de Pendleton con la cual los puestos del gobierno federal pasaron a seleccionarse en funcion al merito y no en base a conexiones politicas. Han pasado casi 140 años desde que EE.UU. resolvió este problema, creo que ya es hora que el Perú lo resuelva.

Si tienes que viajar en avioneta no vas a elegir al piloto por ser amigo de tu compadre, lo vas a elegir porque tiene las horas de vuelo necesarias y está debidamente capacitado para manejarla. No vas a arriesgar tu vida para favorecer a un amigo. Lo mismo sucede cuando eliges funcionarios clave en el gobierno.

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Candidatos, Gobierno, política peruana

Realmente es penoso enterarse de actitudes irrespetuosas hacia obras representativas de culturas que se expresaban de una manera auténtica según sus propias concepciones del mundo en un tiempo pasado. Así como existe un «David» creado por Michelangelo, donde se nota el cuerpo humano de un hombre hermoso con todos sus pelos y señales (aunque la cabeza y las manos son notablemente desproporcionadas, y el pene particularmente pequeño), en los huacos llamados eróticos de las culturas moche y vicus encontramos, entre otras, la expresión de un falo superdesarrollado que simboliza la fecundidad que puede lograrse tanto en el ámbito humano como en el agrario y el astronómico. Es decir, ese falo gigante que vemos en la estatua del huaco que ha causado tanta controversia en las últimas semanas representa el poder para fecundar y fertilizar y así lograr la continuidad de la vida en el futuro. El alcalde del pueblo de Moche, astutamente, usó esa réplica agrandada para promover el turismo y el gesto le dio buenos resultados. La noticia dio la vuelta al mundo y Moche fue visitado de manera masiva, provocando risas y simpatías.

En el Perú, ese falo es símbolo de la mentalidad compleja de nuestros antepasados mochicas. En diversas culturas del planeta encontramos también expresiones análogas. En la India, por ejemplo, abundan los monumentos al Yoni (vulva) y el Lingan (pene). En China se encuentran estatuas de Budas con miembros enormes para exaltar la producción agrícola. Las paredes de la ciudad de Pompeya –gloria del imperio romano– están llenas de dibujos de penes que funcionaban como señales de tránsito para guiar a los paseantes a los baños y los lenocinios.

Sin embargo, para algunos, el huaco fálico de Moche se ha convertido en elemento de burla, primero, luego de vandalismo (le perforaron el glande a pedrazos) y finalmente lo quemaron completo unos anónimos y criminales fanáticos. El delito sigue sin ser castigado. 

¿Hasta cuándo vamos a permitir que haya hordas de mononeuronales que ven en la expresión del cuerpo una manifestación del demonio? Es momento de que seamos más orgullosos, pues así como celebramos el gol de Orejas Flores el viernes en el partido contra Colombia, también deberíamos celebrar y mostrar orgullo por nuestros huacos prehispánicos y por nuestros compatriotas originarios de todas las épocas.

Cualquiera que haya visitado el Museo Larco en Pueblo Libre y otras colecciones del país sabe que los huacos con escenas sexuales eran representaciones de la vida cotidiana y una celebración de la fecundidad. Existe también un ceramio que presenta a una mujer con la vulva gigantesca, exageradamente dilatada, presumiblemente como homenaje a una madre parturienta. Si convirtieran esa figura en monumento turístico, ¿también la quemarían?

Condenar cualquier representación de la sexualidad y de la fecundación solo nos lleva a los resabios coloniales (léase ultra conservadurismo con olor a Inquisición) que todavía rigen algunas formas de relación social entre nosotros. Tampoco se trata de incurrir en una defensa de la pornografía, pues es obvio que los huacos eróticos pertenecen a otra mentalidad y a otro tiempo. Condenarlos con criterios importados de la Europa cristiana más recalcitrante es desconocer –una vez más– el valor del otro Perú, el que vive y se expresa en lenguas originarias y asume su relación con la naturaleza de manera mucho más fluida, celebratoria y respetuosa a la vez.

Parece que los vándalos que quemaron la estatua de Moche querían demostrar que ellos la tenían más grande, pero su intolerancia y bestialismo los delató. Apenas mostraron un manicito de nobleza para nuestro sufrido Perú.

 

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cultura Moche, huaco Moche

Gran parte de la desastrosa provisión de servicios públicos y el pobrísimo nivel de calidad de vida que sufrimos los peruanos, se debe a la mediocre o corrupta gestión de los gobiernos regionales y, especialmente, municipales.

Los gobernadores o alcaldes llegan al poder, en una gran proporción, a enriquecerse, y distraen los ingentes recursos con los que cuentan hacia sus bolsillos y de sus allegados, dejando en segundo plano la inversión pública en infraestructura y servicios que la ciudadanía espera.

Es hora, por ello, de mejorar nuestro voto y no dejarse llevar por olas de arrastre o modas del momento. Hay que auscultar al máximo a los postulantes a los cargos públicos señalados. A esa tarea se va a abocar Sudaca, de acá hasta octubre, fecha de las elecciones, espulgando candidatos e informando al ciudadano para que vote a conciencia.

Así, hemos publicado ya sendos informes respecto de dos precandidatos ediles, uno a la alcaldía de La Molina por Renovación Popular, Diego Uceda, quien afronta una situación de incumplimiento respecto de una deuda por pensión alimenticia de una hijo extramatrimonial, y otro, el exalcalde de Jesús María, Enrique Ocrospoma, precandidato de Avanza País, quien es investigado por la Fiscalía, en base a un informe policial, por presunto lavado de activos ocurrido a raíz de su gestión como alcalde, tangible por la adquisición de inmuebles más allá de sus posibilidades contables por sus ingresos como autoridad edil.

Puntualmente, la pregunta correspondiente es si el vecino de ambos distritos puede votar con la conciencia tranquila por los candidatos mencionados. Por lo menos, alguna suspicacia mínima debiera existir respecto de las calidades morales y capacidades efectivas de los dos personajes de marras para ejercer luego, con probidad y eficacia, el cargo para el que piensan postular.

Si no toman en cuenta tales atingencias, después que los vecinos no se quejen de malas gestiones o actos de corrupción. Se necesita autoridades absolutamente inmaculadas respecto de su conducta personal o su paso por el Estado en el pasado. Ya es hora de romper las cadenas de ineficiencia e inmoralidad que campean en el organigrama estatal. Depende de nuestros votos evitar que ello se haga realidad.

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Candidatos, elecciones municipales, elecciones regionales
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