Opinión

[LA SEXTA EXTINCIÓN] Cuando los científicos pusieron al 2050 como el año en el que se comenzaría a sentir las consecuencias del calentamiento global fueron llamados alarmistas. Hoy en día, aquellos que mantienen esa fecha son tildados de optimistas. El verano boreal todavía no acaba y muchas ciudades compiten por cuál de ellas alcanzará el máximo de temperatura de este año.

Los seres humanos están hechos para soportar, como máximo, temperaturas de 35°C. Nuestros cuerpos tienen un sistema incorporado para balancear siempre su temperatura (sorpresa, es el sudor) mediante la pérdida y ganancia de calor. El problema surge cuando el ambiente está tan caliente que no permite que el cuerpo pierda calor lo suficientemente rápido para recuperar su estabilidad.

La sensación de calor sofocante no está solo en la cabeza. La deshidratación y la descompensación, especialmente en personas mayores y vulnerables, se volverá pan de cada día para los hospitales durante el verano.

Esto no es todo lo que el calor trae consigo. Las personas no somos las únicas afectadas, los animales y los cultivos también son vulnerables ante los cambios de temperatura. El mismo planeta parece atraparse en un ciclo de daño autoinfligido; el calor implica fuego. Hay incendios forestales en Canadá, Grecia, Algeria, Tunisia, China, Italia. Cuatro continentes, decenas de muertos, cientos de heridos, miles de personas evacuadas. Así se vive el verano en el siglo XXI.

Es difícil encontrar algo de optimismo entre tanta catástrofe, pero desde las cenizas algo nuevo se levanta. Ahora sí el cambio climático está en boca de todos. Dejó de ser algo lejano, con lo que nuestros hijos lidiarán y pasó a ser una noticia inescapable en redes sociales, el motivo por el cual los peruanos seguimos sin guardar la ropa de verano. Ya nadie puede empujar a la búsqueda de soluciones fuera de las discusiones políticas.

Los pasos a seguir no podrían estar más claros. Una transición energética que reduzca la dependencia del combustible fósil. Detener los nuevos proyectos extractivos y las expansiones inmobiliarias que requieren de la destrucción del Amazonas para existir. Crear un transporte público de calidad en todas las ciudades para reducir el uso de vehículos privados. Formar una verdadera cooperación internacional, iniciar una diplomacia verde. El incremento de temperaturas debe proporcionar la chispa para un cambio profundo y urgente, o si no nuestra eterna primavera tendrá sabor a verano.

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Calentamiento global, cooperación internacional, diplomacia verde, Incendios forestales, incremento de temperaturas, verano sin fin

La mentada XIX Encuesta de Gerentes Generales hecha por Ipsos Perú para Semana Económica, reveló que el 71% de los CEO de las empresas del país aprueba el gobierno de la presidenta Dina Boluarte. Y que sus temores han variado notablemente. El 2022 el mayor riesgo potencial percibido era una Asamblea Constituyente (36%); hoy lo es la reactivación de los conflictos sociales (57%).

No se explica la complacencia empresarial con el gobierno mediocre de Dina Boluarte y que no se vea en esa medianía un riesgo potencial, capaz por sí sola de agitar el cuco de los conflictos sociales que, a la vez, tanto se teme.

Es verdad que el empresariado lo que más aprecia es la estabilidad, así ésta sea mediocre. Es la inestabilidad y la falta de previsión lo que aterra a los directorios empresariales, ya que les impide operar con relativa capacidad de previsión del futuro inmediato y mediato.

Pero la levedad para mirar los aspectos críticos del régimen sorprende. Tiene mucho que ver, sin duda, con el alivio generado por la salida de Pedro Castillo (solo 1% de los gerentes lo aprobaba) y su nefasto gobierno, pero ese entusiasmo soslaya las groseras metidas de pata de un gobierno precario y de pocas luces como el de Dina Boluarte.

Se requiere una voz más crítica de los gremios empresariales al respecto. El mensaje de Fiestas Patrias debería haber merecido severos cuestionamientos por su falta de visión reformista y de compromiso con el estímulo a la inversión privada, que está paralizada. No ha sido así.

Un caso particular ilustra lo que denunciamos. Lo que está haciendo el gobierno de Boluarte con EsSalud es de espanto. Los nombramientos en la institución son de un nivel de incompetencia que asegura que la entidad irá a la deriva. ¿Qué ha dicho la Confiep al respecto, teniendo, como tiene, dos miembros en el directorio (un tercio lo nombra el Estado, otro los trabajadores y, finalmente, el empresariado)? Mutis absoluto.

Lo peor que le podría pasar al país es que la derecha fáctica (empresarios, medios de comunicación y tecnocracia) se alinee con un gobierno al que la ciudadanía, a diferencia de los CEO, desaprueba mayoritariamente, reforzando la percepción popular de que este es un gobierno de derecha, con las enormes implicancias negativas que eso traerá para las venideras elecciones presidenciales. Los empresarios deberían mirar un poco más allá de su Excell.

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conflictos sociales, Dina Boluarte, Empresariado, Encuesta de Gerentes Generales, ESSALUD, Inversión privada

[EN EL PUNTO DE MIRA] La semana pasada terminé de leer “Carlos Franco” (Cedep, 2012). Un buen texto en donde se recopilan análisis de varios académicos (que lo conocieron personalmente y de los que lo hicieron a través de su producción intelectual), así como de testimonios de sus amigos de la actividad política por donde transitó Franco

¿Qué se dice de él en la compilación? 1) Incomprendido en su tiempo por la academia, su gran texto “Acerca del modo de pensar la democracia en América Latina” no tuvo la acogida que se esperaba. Fue la lucha contra el régimen autoritario de Fujimori (contexto en la sale a la luz el libro) la que hizo que no se prestara la debida atención a una genial crítica constructiva que hacía a la democracia. Los intelectuales locales en su momento exigían restablecimiento de la democracia; Franco sin entrar en la coyuntura del momento lo criticaba.

En otras palabras, Franco fue un duro crítico sobre el estudio procedimental de este tipo de régimen político. Señalaba que no se debía pensarla universalmente, sino de manera particular. Para ello, entra en el debate con los intelectuales que comienzan a cuestionar la teoría de la dependencia y el marxismo como enfoques complementarios del enfoque pluralista predominante en la academia de ese entonces.

2) Franco fue un intelectual que participó del gobierno de Velasco apoyando las reformas que hizo en ese entonces. También apoyó las reformas que hizo el primer gobierno de Alan García, participando como asesor externo. Fue un intelectual comprometido con proyectos políticos controvertidos y democratizadores. No solo pensaba, también actuaba. Idea y acción relacionada entre sí para influir en el poder y así efectuar los cambios. El libro en homenaje a este gran intelectual y político también se lo puede encontrar en versión online. Es imprescindible leer sus textos.

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En una columna del 7 de julio hablamos de potenciales escenarios de riesgo para Boluarte. Ha transcurrido casi un mes y los mismos siguen en pie. Reactualizamos la columna.

1.- Que surja una movilización masiva y multitudinaria, no como la del 19 de julio, a tal punto que sea capaz de representar el hartazgo ciudadano con este gobierno y con el actual Congreso. Ambos hacen méritos permanentes para incrementar la cólera popular así que es un escenario potencial. Probablemente no pase por nuevas “tomas de Lima” sino por movilizaciones regionales.

2.- Que la respuesta represiva a dichas movilizaciones sea torpe y desmedida. La falta de arrepentimiento real respecto de lo sucedido en diciembre y enero -puesta de manifiesto en el mensaje de Fiestas Patrias- y la respuesta excesiva que suele aparecer ante cualquier protesta (no en la del 19 de julio, donde se cuidaron en extremo, sino en las pequeñas manifestaciones posteriores, donde hubo abusos policiales por doquier), genera dudas serias al respecto.

3.- Que el gobierno no maneje adecuadamente el fenómeno del Niño. Ha destinado una partida millonaria para hacerle frente y ha trazado un conjunto de medidas (se explayó la presidenta en ello el 28 de julio), pero ha cometido el error de entregarle la mayor responsabilidad de su ejecución a los gobiernos locales, que, como se sabe, o son muy ineficientes o muy corruptos.

4.- Que la economía siga enfriándose. No hay visos de recuperación de la confianza empresarial y, por ende, de que se recupere el flujo de inversión privada concomitante. Si eso no ocurre, aumentará el desempleo y la pobreza, dos factores coadyuvantes a un mayor malestar ciudadano. El mensaje de Fiestas Patrias fue, en ese sentido, una oportunidad desperdiciada.

5.- Que el Congreso siga haciendo trastadas, como hasta ahora. Veremos al Legislativo en su salsa, en la repartija de las comisiones, pero su verdadera resistencia al cambio se apreciará cuando sigan apareciendo denuncias de “mochasueldos”, “Niños”, viajes suntuosos e inútiles, mostrando absoluta indolencia frente al clamor popular.

6.- Que le vaya muy mal a la selección peruana de fútbol en los primeros partidos de la eliminatoria mundialista. Podemos perder los primeros cuatro partidos, contra Paraguay en Asunción, Brasil de locales, Chile en Santiago y Argentina acá. Llegar a fines de octubre con cero puntos. Es sabida la relación entre el fútbol y los ánimos políticos. Un mal desempeño de la selección alentará beligerancias cívicas, sin duda. Y Reynoso hasta el momento, no parece dar pie con bola.

 

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Ya es hora de que la derecha tome distancia de las andanzas del gobierno de Dina Boluarte. Que su arribo al poder nos haya permitido salir librados de la catástrofe política, social y económica que supuso la presencia de Pedro Castillo en Palacio, no es razón suficiente para guardar tantas consideraciones hacia un régimen que viene demostrando también una tremenda incompetencia e incapacidad para resolver las crisis que se le ponen al frente.

La abominable actuación represiva durante las protestas de diciembre y enero, su incapacidad para atemperar los ánimos beligerantes posteriores, su nula virtud para remontar la desaprobación que asola a su gobierno, su falta de visión para trazar un derrotero de reformas (más aún si, como se aprecia, pretende quedarse hasta el 2026, es decir tres años más por delante), su inoperatividad para hacer que la confianza inversora retome los cauces normales, su impericia para lidiar con un Congreso que se siente desbordado para hacer de las suyas, nos muestran a un régimen torpe y mediocre, que solo en este talante deja prever cierta estabilidad.

Ya la izquierda se empezó a lavar el rostro de la suciedad moral y política que le cayó encima por fungir de comparsa cómplice del desastre castillista, sobre todo en el aspecto moral, conocida la temprana corrupción que inundó los pasillos del poder palaciego mientras duró la gestión del taimado chotano. Hoy ha encontrado una bandera que con el tiempo será eficaz: arremete contra el “pacto derechista” Ejecutivo-Congreso que nos gobierna, con menos de un dígito de aprobación en ambos casos. Esta oposición de la izquierda, por más cínica que sea, tiene todas las de ganar, si la derecha no actúa preventiva e inteligentemente.

Llegaremos al 2026 con una derecha desgastada y una izquierda en olor de santidad política. Y las posibilidades de que el descontento haga brotar nuevamente una izquierda extrema, radical y disruptiva son muy altas. ¿Y qué va a exhibir la derecha en contraposición? ¿Complicidad con Boluarte? ¿Silencio frente a sus desmanes y despropósitos? ¿Soslayo frente al desgobierno y la crisis? Si así va a enfrentar la crucial coyuntura de la elección presidencial venidera, empieza con el marcador en contra.

-La del estribo: altamente recomendable la última novela del escritor y periodista, Renato Cisneros, El mundo que vimos arder. Apartándose parcialmente de los cánones de la autoficción literaria de sus obras anteriores, Cisneros muestra una tangible evolución narrativa. Publica Alfaguara.

 

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Dina Boluarte, la derecha, pacto derechista, Pedro Castillo, Renato Cisneros

[CARTAS A MANUELA SÁENZ] Querida Manuela,

Hoy es 26 de julio de 2023, estoy escuchando a los niños de los colegios vecinos cantar a toda voz el himno nacional y en especial la estrofa “Somos libres…” con tanta emoción, desde el fondo de sus almas. Qué maravilla pienso, que los niños sean felices con las Fiestas Patrias escuchando las historias de las batallas, los misterios entre los libertadores, bailando danzas típicas peruanas de la costa, sierra y selva. Los escucho primero con la música afroperuana, gracias al legado de la gran Victoria Santa Cruz; luego cantar el hermoso vals peruano José Antonio, de la maestra Chabuca Granda; para finalmente cerrar bailando huaylash y un colorido baile amazónico. Mientras se despedían y salían los padres de familia con los pequeños, se escuchaba a todo volumen la canción icónica de la peruanidad de los últimos años Contigo Perú del gran Zambo Cavero. Escuchaba los aplausos efusivos y los gritos emocionados de los padres, orgullosos de sus hijos al interpretar bailes, canciones y actuaciones nacionalistas. El arte popular y cotidiano que se transforma en el tiempo es lo que crea y recrea la Patria.

Me preguntaba, mientras te escribo y escucho tanta emoción, qué pensarán estos niños y niñas del significado de Patria. Fiestas Patrias, ¿qué festejamos realmente? Trato de pensar que me responderías tú, como mujer independista. Hoy, 202 años después de la proclamación de la Independencia el Perú se enseña en las escuelas que el Perú es un país independiente, ubicado al oeste de América del Sur con una población de más de 32 millones de habitantes cuya capital y ciudad más poblada es Lima, que tiene 1 285 215 km². El decimonoveno país más grande del mundo y el tercero más grande de América del Sur. Los bordes naturales son Océano Pacífico al oeste, Ecuador al noroeste, Colombia al noreste, Brasil al este, Bolivia al sureste y Chile al sur. En este vasto territorio se encuentran valles, mesetas y altas cumbres de los Andes, desierto y la inmensa Amazonía. Es uno de los países con mayor diversidad biológica y recursos minerales del planeta. Imponente descripción, cierta y fascinante. Cada región con sus expresiones artísticas, sus idiomas, sus vestimentas y comidas. Todos, peruanos y peruanas, vivimos nuestra cultura, geografía y costumbres.

Manuela, me la imagino una mujer, la patria, con su túnica blanca cargando una antorcha en la mano derecha, con una llama a su costado y una cornucopia llena de monedas cayendo al suelo en la mano izquierda. Si me pides describirla, así sería. ¿Tú crees que sería feliz, que sería una mujer que ha cumplido sus sueños y sus anhelos? Creo que no. Que esta joven de 200 años, aún no sabe a dónde va, que no ha podido educarse y que está perdiendo poco a poco su inocencia en manos de un sistema patriarcal extractor de riquezas mercantilista. Ella está tratando de sobrevivir, de lograr sus sueños, pero la engañan constantemente y la traicionan. Entiendo porqué cuidaste celosamente los documentos de tu amado Simón Bolivar, tanto que se perdieron. No confías.

Terminados los festejos escolares, salieron los niños, niñas y sus padres caminados a los feriados por Fiestas Patrias. Un fin de semana largo para celebrar viajando, descansando aprovechando el tiempo libre. Manuela tu fuiste húsar y participaste activamente en la división de Vencedores, combatiste bajo las órdenes del Mariscal Antonio José de Sucre en las batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho, las cuales consagraron las independencias de Ecuador y Perú. Nunca me canso de repetirlo para que no olvides. Tengo las cartas de Simón Bolívar dirigidas a Sucre que dan testimonio del pedido expreso de cuidado especial a Manuelita en el campo de batalla. Fuiste Coronela del Ejército colombiano en épocas en que la palabra y la espada tenían valía.

202 años después, el Perú tiene una forma de gobierno republicano,​ democrático,​ unitario,​ representativo,​ presidencialista y con separación de poderes. Hace tres años que nos escribimos y siempre en nuestras cartas el Perú creativo, milenario y joven no es el que nos gobierna. Manuela, las batallas ganadas crearon nuevas por ello, estamos en una transición hacia un nueva república. Va a tomar tiempo, pero poco a poco se va a dar. Pienso en estos niños que tan emocionados cantan el himno nacional, en el futuro que podrían recibir. Pensar en el pasado solo genera nostalgia y en el futuro, angustia, enfoquémonos en el presente.

Esta carta la vas a recibir el 28 de Julio, día en que se presenta la presidenta Dina Boluarte ante el Congreso, cuya Mesa Directiva acaba de juramentar, producto de la burla descarada de los últimos años. Los miembros juramentaron con palabras vacías, juramentos egoístas y clásicos que no generan confianza en los ciudadanos. Qué sorpresas no traerá la presidenta. Lo que queda claro en estos últimos días es que no hay derecha ni izquierda, ni “terroristas” ni caviares, ni comunistas ni capitalistas, hay individuos ansiosos de poder, codicia y egoísmo. Un Congreso que ha pasado leyes que solo quiebran la pequeña institucionalidad lograda en los últimos 20 años. Manuela, un recordatorio para nuestra clase política, citando a una gran mujer franco peruana, feminista y bastarda como tú, Flora Tristán: “Dos cosas me llaman la atención: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres”.

 

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Contigo Perú, Fiestas Patrias, Perú, Política actual, Reflexiones, Significado de Patria

En musicología existen dos tipos de “himno”: el de uso religioso y el de uso patriótico. El primer caso está ligado, según la tradición hebrea, a los salmos del Antiguo Testamento y son el origen de múltiples expresiones, muchas de ellas vigentes hoy como los cantos gregorianos, los “spirituals” –cánticos que se entonan en las iglesias negras del sur de los Estados Unidos- y las melodías compuestas por artistas contemporáneos de la llamada “música cristiana”. También hay himnos en rituales islámicos, hinduistas y de etnias africanas, orientales y oceánicas, a manera de loas a sus principales figuras religiosas.

El segundo caso, al que pertenece nuestro Himno Nacional, es una composición de origen esencialmente europeo. De estructura común, los himnos nacionales contienen letras en las que se ensalzan valores nacionales –valentía, patriotismo, heroísmo- y su música, interpretada casi siempre por orquestas de gran formato, hacen uso de progresiones en notas mayores, instrumentos de metal y melodías que inflaman los ánimos. Estos himnos están basados, principalmente, en las marchas militares y triunfales que se hicieron populares entre los imperios colonizadores de los siglos XVI y XVII (Britania, Francia, España). Por tal motivo, tras el proceso independentista de Centro y Sudamérica, gestado durante la primera mitad del siglo XIX, muchos países –entre ellos el Perú- se volcaron a la creación de sus “canciones nacionales” para validar su reciente emancipación luego de tres siglos de dominación española.

A una semana de proclamada la independencia, en 1821, el general José de San Martín (1778-1850) convocó a un concurso público para definir cuál sería la canción patria, denominada originalmente Marcha Nacional del Perú. Se presentaron siete melodías, ante el mismo San Martín, con los autores tocándolas en la clave, un instrumento antiguo de teclados parecido al clavicordio. De aquellas, el militar argentino se decidió por una vigorosa y robusta composición de dos personajes importantes y muy activos en la escena cultural de ese entonces: el compositor José Bernardo Alcedo (1788-1878) y el poeta José de la Torre Ugarte (1786-1831).

Hijo de un médico criollo y una mujer de raza negra, José Bernardo Alcedo Retuerto era, en el año 1821, un conocido compositor, director de orquesta y maestro de música que trabajaba con coros eclesiásticos. De hecho, él mismo vistió por un tiempo el hábito de la hermandad de Santo Domingo, durante los años previos a la independencia del Perú. Considerado uno de los compositores peruanos más importante del siglo XIX, junto al arequipeño Pedro Ximénez Abril Tirado (1784-1856) y el sacerdote español Matías Maestro Alegría (1766-1835) -sí, el que da nombre al famoso cementerio Presbítero Maestro-, Alcedo escribió varias canciones religiosas y patrióticas, entre ellas La chicha, considerada en ese tiempo un antecedente del Himno Nacional.

En cuanto a De la Torre Ugarte, su formación como abogado y poeta, en las universidades San Luis Gonzaga de Ica y San Marcos de Lima, le permitió hacerse camino como escritor de letras para coplas de diversa índole, entre ellas las composiciones de José Bernardo Alcedo, entre ellas la mencionada La chicha, que compusieron juntos, un año antes de la convocatoria del General José de San Martín. Su nombre es parte de nuestra historia. Y no solo por haber escrito el coro y las seis estrofas originales del Himno Nacional. De la Torre Ugarte estuvo también entre las personas que firmaron el Acta de la Independencia, dos semanas antes de la histórica proclamación ocurrida aquel sábado 28 de julio de 1821 en varios puntos de Lima, aunque no ante las multitudinarias masas que se nos hizo creer durante años.

Como La Marseillaise (Claude Joseph Rouget de Lisle, 1792) de Francia, God save the King/Queen (autor desconocido, 1745) de Inglaterra o The star-spangled banner (Francis Scott Key/John Stafford Smith, 1814) de los Estados Unidos de Norteamérica, nuestro Somos libres es una de las marchas patrióticas más admiradas internacionalmente, un motivo de orgullo e identidad nacional que emociona a los peruanos de bien con solo escuchar los primeros acordes de su introducción. Lamentablemente, no podemos decir lo mismo de todas las gavillas de políticos que repiten aquello de las “sagradas notas” como una cantaleta mientras están pensando, seguramente, en los acuerdos que cocinaran para llevar adelante sus propósitos particulares de acumulación de poder y dinero.

Con los años, ha quedado establecido un protocolo para cantarlo: en posición de firmes, con la mano derecha sobre el pecho, a la altura del corazón y, al final, el grito “¡Viva el Perú!” del maestro de ceremonias, al cual el público responde con aplausos y un sonoro “¡Viva!”. En los partidos de fútbol, al terminar el himno, lo que sigue es el rugido de las tribunas y una salva ensordecedora de bocinazos.

Como comprenderán, en 1821 -hace 202 años- no existía tecnología de grabación ni forma de conservar intactas las partituras. Por tanto, los arreglos originales del Himno Nacional del Perú sufrieron, inevitablemente, algunas modificaciones. En 1869, José Bernardo Alcedo –que entonces pasaba ya los 80 años-, solicitó una restauración de su obra, responsabilidad que recayó en el compositor y director de orquesta italiano Claudio Rebagliati Ricaldone (1843-1909). Esta versión, aceptada formalmente en 1901, durante el gobierno de Eduardo López de Romaña, y declarada intangible por el presidente Guillermo Billinghurst en 1913, es la que conocemos actualmente.

En su versión primigenia, el Himno Nacional del Perú tuvo un coro y seis estrofas, pero de manera apócrifa se incluyó una adicional, alrededor de 1840, que recién fue aceptada como primera estrofa en el año 1950. Curiosamente, esta se cantó durante décadas -la famosa y polémica estrofa que inicia con el verso “Largo tiempo el peruano oprimido la ominosa cadena arrastró…”-, y se alternaba con la sexta, la que comienza con la frase “En su cima los Andes sostengan la bandera o pendón bicolor…”, cuyo uso se extendió durante los gobiernos militares de Juan Velasco Alvarado (1968-1975) y Morales Bermúdez (1975-1980).

Más de cincuenta años después, tras determinarse que no formaba parte del texto original, el Tribunal Constitucional declaró, en el año 2005, que dejara de cantarse “Largo tiempo…”, una disposición que rige hasta hoy, para retornar a la sexta estrofa como oficial para todo tipo de eventos. En medio, hubo varios intentos por renovar o modificar los textos del Himno Nacional, con versiones del poeta José Santos Chocano (1901) y la cantautora Chabuca Granda (1954) que también fueron desestimadas en favor del texto original de De la Torre Ugarte.

El Himno Nacional del Perú ha sido interpretado infinidad de veces y en diferentes estilos. Y en los últimos años, se ha promovido también su grabación en quechua, aimara y lenguas amazónicas, como parte de estrategias promotoras de inclusión que terminan eclipsadas por la continua putrefacción de todos los servicios públicos y la incompetencia de nuestras clases políticas que no tienen interés en trascender la superficialidad de estas campañas de potente impacto mediático pero que no vienen acompañadas de un estado verdaderamente preocupado por el bienestar de todas sus poblaciones. Aquí comparto cuatro ejemplos del Himno Nacional del Perú:

  • Banda de la Guardia Republicana del Perú (1964): En la actualidad hay muchas versiones orquestadas de nuestra canción patria. Pero si queremos quedarnos con la más representativa, es esta grabación de la banda de la desaparecida Guardia Republicana, incluida en el LP Nuestra Bandera, Nuestro Himno, prensado por la disquera Sono Radio. El director de la banda era, en ese entonces, el italiano Fernando Andolfo Sannicandro, cargo que ocupó durante más de 15 años.
  • Cuatro Guitarras (1998): La multinacional Sony Music lanzó, en 1998, como parte de su Colección de Oro, este CD en el que cuatro notables guitarristas peruanos -Víctor “Coco” Salazar, Félix Casaverde, Ramón Stagnaro y Lucho Gonzáles- graban una selección de conocidos valses con finos arreglos. El disco cierra con una suave versión del Himno Nacional. lamentable, de estos cuatro insignes músicos, solo Salazar y González están entre nosotros. Casaverde y Stagnaro fallecieron, respectivamente, los años 2011 y 2022.
  • Juan Diego Flórez (2008): El artista peruano más exitoso en el mundo, el tenor Juan Diego Flórez grabó, por primera vez, el Himno Nacional para el Patronato del Gran Teatro Nacional. Aunque no figura en ninguno de sus discos oficiales, el tema se puede oír en YouTube y descargar de diversas plataformas. Lo acompaña la Orquesta Sinfónica de Fort Worth (Texas), bajo la dirección de otro peruano que destaca en el mundo de la música académica, Miguel Harth-Bedoya.
  • Charlie Parra del Riego (2011): Este guitarrista de heavy metal, ex integrante de bandas como Difonía y M.A.S.A.C.R.E., incluyó esta poderosa versión del Himno Nacional en Procrastinación, su primer disco como solista, que causó gran impacto en redes e incluso se escuchó durante la espectacular inauguración de los Juegos Panamericanos Lima 2019.

El estreno de nuestro Himno Nacional fue con voz femenina. La cantante lírica Rosa Merino (1790-1868) fue escogida para interpretarlo por primera vez. Merino, entonces de 31 años, era una conocida soprano limeña que ya había trabajado con Alcedo en diversas obras, incluida La chicha, y trabajaba en la compañía de ópera dirigida por el compositor y profesor italiano Andrés Bolognesi (1775-1834), padre del coronel Francisco Bolognesi (1816-1880), el gran héroe de la batalla de Arica y uno de los referentes, junto a Miguel Grau Seminario (1834-1879) y Andrés Avelino Cáceres (1836-1923), entre otros personajes históricos, de esa dignidad que vienen pisoteando y embarrando los presidentes, ministros, congresistas, lobistas, empresarios y periodistas adictos al poder que padecemos desde, por lo menos, cuatro o cinco décadas, solo para referirnos al último tramo de nuestra historia republicana.

El debut del Himno Nacional del Perú se realizó el 23 de septiembre de 1821, en el Teatro Principal de Lima, que en 1929 fue rebautizado como Teatro Segura, en homenaje al periodista y escritor costumbrista Manuel Ascencio Segura (1805-1871), nombre con el que hasta hoy se conoce a una de las primeras salas de espectáculos de América Latina, ubicada en la cuadra 2 del Jirón Huancavelica, en pleno Centro Histórico. Desde entonces, debe haberse interpretado millones de veces, hasta la aparición de las primeras versiones grabadas, que hoy escuchamos en todo tipo de ceremonias oficiales, académicas y eventos deportivos. Una de las más recientes e impresionantes se produjo hace cinco años, el 16 de junio del 2018, cuando “la mejor barra del mundo” entonó, emocionada, el Himno Nacional en un abarrotado estadio de la lejana ciudad de Saransk, Rusia, antes del primer partido de la Selección Peruana de Fútbol, tras 36 años de ausencia en mundiales. En aquella ocasión, lamentablemente, Perú perdió 1 a 0 ante Dinamarca. Pero esa es otra historia.

POST-DATA: Desde esta columna melómana lamentamos dos nuevas muertes en el panorama internacional: Tony Bennett (21 de julio, 96 años), el último crooner de la edad dorada del pop-jazz norteamericano y Sinéad O’Connor (26 de julio, 56 años), cantante y compositora irlandesa de gran talento interpretativo pero aquejada por múltiples desgracias familiares y tribulaciones mentales que finalmente provocaron su temprana desaparición. Sobre ambos, la columna del próximo sábado. Hasta entonces…

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Fiestas Patrias, Himno Nacional, Largo tiempo, Somos libre

Un mensaje técnicamente correcto, pero que no albergó el carácter extraordinario que se requería para atisbar una salida a la crisis política (desaprobación del gobierno) ni a la crisis económica (shock de inversiones privadas) por las que transita el país.

Lamentablemente, seguiremos instalados en el statu quo de estabilidad mediocre que nos signa desde la caída de Pedro Castillo. En ese sentido, ha sido una oportunidad desperdiciada.

Un mensaje largo, tedioso, ya anticipaba la esencia de su contenido. Plagado de anuncios de obras realizadas y por realizar, pero sin el cuerpo político necesario para movilizar conciencias ni acciones.

Si de alguno de los mensajes dados y por dar de la presidenta Boluarte se esperaba una dosis extraordinaria de disrupción era, precisamente, de éste. No lo fue. Satisfizo lo básico (pedido de perdón, énfasis en seguridad ciudadana, aunque con una pizca de xenofobia, medianos anuncios proinversión privada -no se ve a ningún inversionista metiendo la mano al bolsillo luego del discurso presidencial-, nula referencia a la posibilidad de un recorte del mandato, propuesta de bicameralidad -quizás lo mejor del discurso-, etc.), pero de novedad política llamativa, poco o nada.

Era, en verdad, una ilusión pensar que de un liderazgo político tan mediano y ligero, podía salir un mensaje potente e innovador. El Ejecutivo carece de cuadros técnicos y políticos que le permitan a la presidenta leer correctamente la realidad y actuar en consecuencia (cómo no escuchó la homilía del cardenal Castillo antes de elaborar su mensaje).

Ya es hora, por cierto, de que la derecha congresal empiece a tomar distancia de un régimen que afectará sus posibilidades electorales para el 2026. Constatada hasta la saciedad la incapacidad del gobierno de trascender de la medianía, haría mal el sector ideológico mayoritario del país con identificarse con ese proceso político sin brillos ni resplandores.

La mediocridad gubernativa, puesta una vez más de manifiesto en el gris mensaje de Fiestas Patrias, ya merece oposición frontal y recia, que, sin necesidad de generar inestabilidad política, le haga saber a la ciudadanía que no estamos ante una mímesis letal entre ambos poderes del Estado o, lo que es peor, entre la derecha política y un gobierno que se identifica como tal, pero cuya levedad lo hace indefendible.

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Crisis económica, Crisis política, Discurso presidencial, Estabilidad mediocre, Mensaje Fiestas Patrias, Presidenta Boluarte

[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] Francisca Pizarro no es un asunto nuevo en nuestra historiografía. Historiadores como Guillermo Lohmann, José Antonio Del Busto o Waldemar Espinoza se han acercado desde distintas ópticas a su figura, destacando en ese panorama María Rostworowski, quien la ha estudiado con abnegada insistencia en muchos trabajos, en especial en un libro riguroso que tituló Doña Francisca Pizarro. Una ilustre mestiza (1989), acaso el esbozo biográfico más completo sobre este personaje.

Sin embargo, no hemos abandonado todavía la orilla de la historia. A estos esfuerzos de investigación, se suma ahora una propuesta literaria, Francisca. Princesa del Perú, la más reciente novela de Alonso Cueto. Un antiguo prejuicio enfrentaba de manera casi irreconciliable al discurso histórico con la ficción, quizá buscando una separación tajante: cada una en su campo. La historia trabajando con hechos factuales y documentados; la ficción privilegiando la imaginación, la forma más sublime de la mentira.

Pero en los últimos tiempos hemos visto que son más las semejanzas que las diferencias, que entre historia y literatura hay sutiles y complejas zonas fronterizas y que, al menos en América Latina la llamada novela histórica o ficción historiográfica resulta siendo una manera de darle la cara al discurso histórico, confrontarlo e interpelarlo para construir nuevas lecturas del pasado. En el caso de Alonso Cueto, el ejercicio del lenguaje permite penetrar en una imaginada intimidad del personaje, pero no como invención, sino como interpretación de su trayectoria vital, lo que demostraría, de paso, que esas fronteras tienen límites precisos. Uno de ellos es la verosimilitud.

Y Francisca es verosímil, guarda estricta coherencia con lo que se conoce históricamente sobre ella. Lo mismo cabría decir de Inés, la madre, que se presenta a Francisca con estas palabras: “Yo soy una princesa inca y de princesa me convertí en la mujer de Francisco, el conquistador. Y en su ramera. Ahora tu padre me ha entregado a otro hombre. Dicen que soy su esposa. Pero no soy la esposa de nadie. Soy tu madre. Soy la hija y hermana de un inca. Soy la heredera del imperio, la hija del sol y de la tierra. Tengo en mi cuerpo la fuerza de una madre. Y tú eres el motivo de toda mi fuerza. Eres mi hija” (p.39).

Pasaje muy interesante y revelador, que simboliza acaso el inicio de una fractura que acompaña hasta hoy a la siempre incierta vida peruana. El parlamento de Inés apela a la dicción y, gracias a ella, la novela puede situar los hechos históricos en una dimensión de construcción verbal que sin renuncia expresa a la idea documental termina por dar acabado a un artefacto.

Los fragmentos de la vida de Francisca que conforman el relato, toman la misma dirección. Francisca es cuidada con extremo celo por su padre, mas aun, quiere hacerla partícipe de la vida de una ciudadana española plena y, quien sabe, dado su origen, provocar su ascenso en la vida cortesana. Madre e hija son colocadas en planos opuestos. Doña Inés es víctima de los vilipendios del conquistador; Francisca, en tanto, vive en conflicto su nueva condición, sus linajes gemelos: “¿Pero quién era yo? Salía a la ciudad con miedo. Por las noches imaginaba que alguien entraría a mi casa para matarnos. Por las mañanas pensaba que debía rezar mucho antes de ir a la plaza. Solo Inés y Catalina me podían proteger. Necesitaba el cariño de mis madres y estaba marcada por el orgullo de ser la heredera de dos estirpes. Me sentía marcada, sí. La pena, la incertidumbre, la dignidad, no sé cómo decirlo. Pero también la fe. Estaba hecha para seguir” (p.208).

Alonso Cueto ha escrito una novela que sin duda enriquece la tradición narrativa peruana. Se instala en el alma de Francisca, se instala en el dolor de Inés y nos devuelve a la vida contemporánea la historia de una herida que lejos de haberse cerrado se mantiene viva. Solo vale la pena mirar al pasado cuando de él se extraen lecciones para el presente. Este es uno de esos casos.

Alonso Cueto. Francisca. Princesa del Perú. Lima: Random House, 2023.

 

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