1972 fue también espectacular para el rock progresivo. Ese año se editaron Trilogy de Emerson Lake & Palmer, con su cinemática musical que, además, aportó un megaéxito de inclusión obligada en cualquier programa actual de recuerdos –From the beginning; Close to the edge de Yes, tres canciones de pura destreza y vuelo instrumental, entre ellas la volátil suite And you and I. Por su parte Genesis lanzó Foxtrot, con Supper’s ready como plato fuerte y Watcher of the skies, una de las más creativas piezas de esta etapa; Jethro Tull dio un salto estilístico con Thick as a brick, su primer opus conceptual; y Pink Floyd trabajó Obscured by clouds, un disco de sonido psicodélico y beatlesco que sirvió de banda sonora para una lisérgica película francesa llamada La vallée. Y cómo no incluir el fascinante sonido de Phantasmagoria, tercer y último disco de la formación original de Curved Air, con la encantadora voz de Sonja Kristina. Solo para conocedores.
En otros países europeos, el prog-rock estuvo también muy activo ese año, con producciones como Per un amico y Storia di un minuto de los italianos Premiata Forneria Marconi; el apocalíptico 666 del cuarteto griego Aphrodite’s Child, casa matriz de Demis Roussos y Vangelis; o títulos fundamentales del krautrock alemán, como el tercer disco de Can, Ege Bamyası -nombre de la conserva turca que aparece en la carátula-; So far, del colectivo experimental Faust; o Schwingungen, de Ash Ra Tempel cuyo guitarrista y líder, Manuel Göttsching, falleciera hace unos días a los 70 años. No podemos dejar de mencionar aquí al álbum debut de Neu!, el dúo de Düsseldorf que elaboró uno de los sonidos más influyentes para géneros tan opuestos como el punk y la movida ambient, a partir del genio innovador de su tercer integrante, el productor Konrad “Conny” Plank.
Bandas como Steely Dan, Roxy Music e Eagles debutaron aquel 1972. ¿Se imaginan encender la radio y escuchar, como estreno, canciones de superlativa calidad como Reelin’ in the years, Virginia plain o Take it easy? ¿O que, entre los anaqueles de las antiguas tiendas de discos, en la sección Novedades, se encontrara uno con joyas como el álbum doble Something/Anything? de Todd Rundgren; el primer disco como solista de Michael Jackson, Got to be there, grabado cuando apenas tenía 14 años; o esa maravilla de jazz-rock y fusión latina que fue el cuarto LP de Santana, Caravanserai?
Mientras todo eso pasaba en el mundo del rock, Paramount Records lanzaba la banda sonora de El Padrino, compuesta por el italiano Nino Rota; mientras el compositor y guitarrista Curtis Mayfield pergeñaba una elegante suite de soul y funk para musicalizar las escenas de Super Fly, film fundamental del blaxpoitation, subgénero que dio protagonismo a las problemáticas de la comunidad afroamericana. Ni qué decir de lanzamientos que generaron canciones eternas como Chicago V, con los éxitos Dialogue y Saturday in the park; el primer álbum de los escoceses Stealers Wheel (Stuck in the middle with you); el segundo disco de los Doobie Brothers, Toulouse Street, con hits como Listen to the music o Jesus is just alright; o Summer breeze, cuarta producción del dúo de multi-instrumentistas norteamericanos Seals & Crofts, en que destaca, por supuesto, el tema del mismo nombre. Una maravilla tras otra.
La música en español también tuvo sus propios momentos de gloria, en 1972. Por ejemplo, ese fue el año de la aparición de Sui Generis, con su entrañable LP Vida, en medio de otros lanzamientos importantes del rock gaucho como Desatormentándonos, primer disco de Pescado Rabioso, con Luis Alberto Spinetta al frente; y los debuts de Color Humano y Aquelarre, bandas de los otros ex miembros de Almendra. Desde España, Camilo Sesto lanzó sus dos primeros discos, con éxitos como Algo de mí y Fresa salvaje; Nino Bravo publicó dos LP antes de su prematuro fallecimiento, Un beso y una flor -incluyendo, además del tema-título, las espectaculares Noelia y Cartas amarillas– y Mi tierra -con Libre como principal single-. Y el trovador catalán Joan Manuel Serrat regaló a la humanidad su tributo a Miguel Hernández, musicalizando diez poemas de uno de los principales exponentes de la Generación del ‘27.
La salsa dura, por su parte, tuvo su propio Woodstock con la película y banda sonora Our latin thing (Nuestra cosa), en que brillaron los pioneros del género latino como Ray Barretto, Ismael Miranda, Larry Harlow, Willie Colón y Héctor Lavoe, además de sus propios lanzamientos individuales y otra aparición en conjunto, como Fania All Stars, que ese año salió al mercado con un poderoso álbum en vivo, Live at the Cheetah Vol. 1. Por su parte, El Gran Combo y Justo Betancourt triunfaron sus singles Julia y Pa´ bravo yo, respectivamente, clásicos que hasta ahora están vigentes para conocedores y bailadores del mundo entero.
En cuanto a la producción nacional, dos frentes tuvieron mucha actividad. Por un lado, lanzamientos importantes para la historia del rock local, del sello MAG, como el primer álbum de We All Together que incluyó el clásico cover de Carry on till tomorrow, tema original del cuarteto galés Badfinger. También debutaron las bandas limeñas de hard-rock Tarkus, con su famoso LP de carátula negra; y Pax, con un ambicioso disco cantado en inglés, May God and your will land you and your soul miles away from evil, con influencias de la psicodelia de Iron Butterfly y Vanilla Fudge. Mientras tanto, el colectivo de fusión El Polen compuso la banda sonora de Cholo, película dedicada al futbolista Hugo Sotil, que editaron como su primer disco. Y, por el otro, opciones de música popular como la cumbia de los sellos Infopesa, Dinsa y Odeón del Perú, con lanzamientos de singles de Los Mirlos, Manzanita y su Conjunto, Los Pakines, Juaneco y su Combo, entre otros. Y en el ámbito del folklore, destacaron los álbumes de estrellas criollas como Carlos Hayre (La marinera limeña), Las Limeñitas (Graciela y Noemí, un solo corazón), y del canto andino como El Jilguero del Huascarán, Pastorita Huaracina, entre muchos otros. Mención aparte para el retorno, en clave de rock psicodélico, de Yma Súmac, con su disco Miracles, grabado en EE.UU. y lanzado por London Records, el último de la diva de la música exótica.
Otros lanzamientos importantes que cumplieron cincuenta años este 2012: A song for you de los Carpenters, con los éxitos Hurting each other y Goodbye to love; Acabou chorare de Os Novos Baianos, uno de los más trascendentales grupos de pop-rock con sabor brasileño; el debut discográfico de Les Luthiers y su extraordinaria Cantata Laxatón; los debuts como solistas de Jerry García y Bob Weir, líderes de The Grateful Dead. En el jazz, la primera aventura de Chick Corea al frente de Return To Forever y Expectations, del pianista Keith Jarrett, uno de sus primeros lanzamientos con el sello Sony Records, tras su trabajo con Miles Davis, que ese año editó el alucinante On the corner.
Que todos estos álbumes, lanzados hace cincuenta años y que, en muchos casos, tomaron meses enteros para su creación, grabación y edición, suenen más interesantes, como construcciones musicales y líricas, que las toneladas de canciones desechables que actualmente se producen en cuestión de días y son éxitos de ventas y reproducciones en Spotify, YouTube y demás hierbas tecnológicas, es solo una muestra más de esa degradación que caracteriza también otros aspectos de la vida moderna, desde la calidad del aire que respiramos y los alimentos que consumimos hasta el pobre nivel de desarrollo personal, psíquico y emocional que encontramos en un gran porcentaje de individuos y colectivos sociales y políticos, cada vez más superficiales, insensibles y corruptos.
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