Opinión

Realmente es penoso enterarse de actitudes irrespetuosas hacia obras representativas de culturas que se expresaban de una manera auténtica según sus propias concepciones del mundo en un tiempo pasado. Así como existe un «David» creado por Michelangelo, donde se nota el cuerpo humano de un hombre hermoso con todos sus pelos y señales (aunque la cabeza y las manos son notablemente desproporcionadas, y el pene particularmente pequeño), en los huacos llamados eróticos de las culturas moche y vicus encontramos, entre otras, la expresión de un falo superdesarrollado que simboliza la fecundidad que puede lograrse tanto en el ámbito humano como en el agrario y el astronómico. Es decir, ese falo gigante que vemos en la estatua del huaco que ha causado tanta controversia en las últimas semanas representa el poder para fecundar y fertilizar y así lograr la continuidad de la vida en el futuro. El alcalde del pueblo de Moche, astutamente, usó esa réplica agrandada para promover el turismo y el gesto le dio buenos resultados. La noticia dio la vuelta al mundo y Moche fue visitado de manera masiva, provocando risas y simpatías.

En el Perú, ese falo es símbolo de la mentalidad compleja de nuestros antepasados mochicas. En diversas culturas del planeta encontramos también expresiones análogas. En la India, por ejemplo, abundan los monumentos al Yoni (vulva) y el Lingan (pene). En China se encuentran estatuas de Budas con miembros enormes para exaltar la producción agrícola. Las paredes de la ciudad de Pompeya –gloria del imperio romano– están llenas de dibujos de penes que funcionaban como señales de tránsito para guiar a los paseantes a los baños y los lenocinios.

Sin embargo, para algunos, el huaco fálico de Moche se ha convertido en elemento de burla, primero, luego de vandalismo (le perforaron el glande a pedrazos) y finalmente lo quemaron completo unos anónimos y criminales fanáticos. El delito sigue sin ser castigado. 

¿Hasta cuándo vamos a permitir que haya hordas de mononeuronales que ven en la expresión del cuerpo una manifestación del demonio? Es momento de que seamos más orgullosos, pues así como celebramos el gol de Orejas Flores el viernes en el partido contra Colombia, también deberíamos celebrar y mostrar orgullo por nuestros huacos prehispánicos y por nuestros compatriotas originarios de todas las épocas.

Cualquiera que haya visitado el Museo Larco en Pueblo Libre y otras colecciones del país sabe que los huacos con escenas sexuales eran representaciones de la vida cotidiana y una celebración de la fecundidad. Existe también un ceramio que presenta a una mujer con la vulva gigantesca, exageradamente dilatada, presumiblemente como homenaje a una madre parturienta. Si convirtieran esa figura en monumento turístico, ¿también la quemarían?

Condenar cualquier representación de la sexualidad y de la fecundación solo nos lleva a los resabios coloniales (léase ultra conservadurismo con olor a Inquisición) que todavía rigen algunas formas de relación social entre nosotros. Tampoco se trata de incurrir en una defensa de la pornografía, pues es obvio que los huacos eróticos pertenecen a otra mentalidad y a otro tiempo. Condenarlos con criterios importados de la Europa cristiana más recalcitrante es desconocer –una vez más– el valor del otro Perú, el que vive y se expresa en lenguas originarias y asume su relación con la naturaleza de manera mucho más fluida, celebratoria y respetuosa a la vez.

Parece que los vándalos que quemaron la estatua de Moche querían demostrar que ellos la tenían más grande, pero su intolerancia y bestialismo los delató. Apenas mostraron un manicito de nobleza para nuestro sufrido Perú.

 

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cultura Moche, huaco Moche

Gran parte de la desastrosa provisión de servicios públicos y el pobrísimo nivel de calidad de vida que sufrimos los peruanos, se debe a la mediocre o corrupta gestión de los gobiernos regionales y, especialmente, municipales.

Los gobernadores o alcaldes llegan al poder, en una gran proporción, a enriquecerse, y distraen los ingentes recursos con los que cuentan hacia sus bolsillos y de sus allegados, dejando en segundo plano la inversión pública en infraestructura y servicios que la ciudadanía espera.

Es hora, por ello, de mejorar nuestro voto y no dejarse llevar por olas de arrastre o modas del momento. Hay que auscultar al máximo a los postulantes a los cargos públicos señalados. A esa tarea se va a abocar Sudaca, de acá hasta octubre, fecha de las elecciones, espulgando candidatos e informando al ciudadano para que vote a conciencia.

Así, hemos publicado ya sendos informes respecto de dos precandidatos ediles, uno a la alcaldía de La Molina por Renovación Popular, Diego Uceda, quien afronta una situación de incumplimiento respecto de una deuda por pensión alimenticia de una hijo extramatrimonial, y otro, el exalcalde de Jesús María, Enrique Ocrospoma, precandidato de Avanza País, quien es investigado por la Fiscalía, en base a un informe policial, por presunto lavado de activos ocurrido a raíz de su gestión como alcalde, tangible por la adquisición de inmuebles más allá de sus posibilidades contables por sus ingresos como autoridad edil.

Puntualmente, la pregunta correspondiente es si el vecino de ambos distritos puede votar con la conciencia tranquila por los candidatos mencionados. Por lo menos, alguna suspicacia mínima debiera existir respecto de las calidades morales y capacidades efectivas de los dos personajes de marras para ejercer luego, con probidad y eficacia, el cargo para el que piensan postular.

Si no toman en cuenta tales atingencias, después que los vecinos no se quejen de malas gestiones o actos de corrupción. Se necesita autoridades absolutamente inmaculadas respecto de su conducta personal o su paso por el Estado en el pasado. Ya es hora de romper las cadenas de ineficiencia e inmoralidad que campean en el organigrama estatal. Depende de nuestros votos evitar que ello se haga realidad.

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Candidatos, elecciones municipales, elecciones regionales

La música que hacen y escuchan los jóvenes de hoy -la generación nacida entre 1990 y 2000- es, en un 80 o 90 por ciento, desechable. Estimulados por el dinero fácil, la fama instantánea y la avalancha de likes, enormes colectivos de seres humanos desperdician sus mejores años, los de más energía física, creatividad y actividad cerebral, haciendo reggaetón, latin-pop o cualquier otro género sin sustancia como la cumbia repetitiva, el chill-out somnífero o el pop adolescente, sea que llegue de México o de Corea del Sur. Rodeados de falsos lujos, exhibicionismo barato y una actitud entre animalesca (instintiva, visceral) y delincuencial (premeditada, agresiva), estas tendencias son validadas por masas de jóvenes -y otros no tan jóvenes- que les celebran cada una de sus patanerías y ligerezas como si se trataran de expresiones de una sofisticada rebeldía.

Sin embargo, cada cierto tiempo aparecen grupos dispuestos a hacernos recuperar la fe de que no todo está perdido. De que es posible todavía encontrar artistas que ponen, por delante de las modas, las ventas y las adulaciones disforzadas y fugaces, el genuino deseo de plasmar en álbumes, videos y conciertos una creación musical trascendente, capaz de destacar por sus valores artísticos y ser comercialmente aceptable sin dejar de lado la búsqueda de la calidad, del riesgo que siempre viene asociado a hacer cosas difíciles de digerir, que no necesariamente le vayan a gustar a las grandes mayorías que pasan el tiempo ensayando bailecitos en TikTok y leyendo noticias faranduleras. 

Es el caso de BadBadNotGood, un cuarteto canadiense que, tras una década de su debut oficial, recibe actualmente los más entusiastas halagos de la crítica especializada y tiene, además, una nutrida legión de seguidores, provenientes de dos vertientes musicales distintas pero que reconocen la personalidad que, con talento y trabajo duro, estos muchachos han logrado construir, alimentándose del pasado y, a un tiempo, mirando hacia el futuro con un sonido que, en medio de los caminos homogéneos y aburridos que hoy ofrece la escena pop-rock en sus dos extremos (mainstream e indie), termina siendo novedoso y atractivo.

BadBadNotGood -a veces reseñados simplemente como BBNG («bii-bii-enn-yii» si lo leemos en inglés) se formó en los salones del Humber College, una prestigiosa escuela de arte, tecnología y música de Toronto, Canadá. Pero, a diferencia de los Snarky Puppy -el colectivo de jazz fusión y R&B norteamericano liderado por el bajista y compositor Michael League- quienes, desde el saque, propusieron un trabajo basado en el virtuosismo de sus integrantes, los recién egresados decidieron empezar su proyecto haciendo covers instrumentales de clásicos del rap de la Costa Este, subdivisión del universo rapero que, desde sus cuarteles generales en New York, conserva la intención primigenia de este género callejero: cuestionar a la sociedad a través de rimas cargadas de ajos y cebollas. Así, cuatro jóvenes blancos que apenas cruzaban la barrera de los veinte años comenzaron a lanzar, en el 2011, sus propias versiones de artistas negros como Wu-Tang Clan, Gang Starr, A Tribe Called Quest, entre otros, en sus redes sociales.

Chester Hansen (bajo, teclados), Matthew Tavares (teclados, guitarras), Leland Whitty (vientos) y Alexander Sowinski (batería) rompieron los fuegos de su meteórica carrera discográfica con BBNG (2011) y BBNG2 (2012), discos en los que se presentaban como un combo sin muchas pretensiones que disfrutaba de hacer estos ejercicios de ritmos raperos, poco exigentes si nos ponemos a pensar en su formación como instrumentistas jazzeros. Aunque ya en ciertos cortes como Improvised jam, Vices, The world is yours/Brooklyn zoo, Rotten decay o You made me realise, extraño cover de uno de los EP de los irlandeses My Bloody Valentine, ídolos del shoegaze, se notaba la existencia de una musicalidad más profunda, la línea argumental de estos álbumes no iba más allá de un atmosférico sonsonete golpeado de bases de hip hop, con la aparición, por momentos, de célebres invitados de la escena urbana subterránea como Odd Future o MF Doom.

Recién en su tercera producción, III (2014) comienza a revelarse el verdadero espíritu de BBNG. Como su primer lanzamiento con material 100% propio, es una muestra intensiva del ADN del cuarteto: jazz instrumental, R&B, hip hop sofisticado y acid funk en la tradición de los discos instrumentales de The Beastie Boys –The in sound from way out! (1996) o The mix-up (2007)-, Martin Medeski & Wood o Fun Lovin’ Criminals, todos pioneros en aquello de combinar la marginalidad del rap con la elegancia del cool jazz. Otros nombres noventeros vienen a la mente al escuchar temas como Triangle o Since you asked kindly (US3, Brand New Heavies) o los ya mencionados Snarky Puppy, pero también se animan a escribir baladas jazz al estilo tradicional como es el caso de Confessions o Differently still

Su cuarto disco oficial, IV (2016) es la confirmación de este perfil cada vez más virtuoso y aventurero, que incluye colaboraciones con músicos como Colin Stetson, saxofonista que ha trabajado con Tom Waits, Arcade Fire, entre otros; o la joven cantante canadiense Charlotte Day Wilson; sin alejarse de sus inicios asociados a lo más oscuro del rap afroamericano, como en el disco Sour soul (2015) a dúo con Ghostface Killah, uno de los fundadores de Wu-Tang Clan. De hecho, tanto en colectivo como de manera individual, los BBNG han trabajado con personajes del rap/hip hop como Kendrick Lamar, Tyler The Creator o MF Doom en diversas producciones. La canción Hedron (del tercer disco) fue incluida en un recopilatorio de remezclas electrónicas en clave de jazz, producido por el sello independiente británico Night Time Stories, en el que coincidieron, a través de la magia digital, con iconos del jazz como Bill Evans, Dorothy Ashby o Nina Simone, entre otros. Este álbum contiene frenéticas composiciones como IV, Speaking gently, sinuosas melodías como en Confessions Part II, Lavender o And that too, y románticas en Chompy’s Paradise o In your eyes.

Después de cinco años de silencio, BadBadNotGood regresó el año pasado con Talk memory (Innovative Leisure Records), su mejor entrega, de lejos. La banda, convertida en trío tras la salida de Matthew Tavares en el 2016, consigue redondear un álbum de exquisitez instrumental, vértigo y psicodelia, que recoge décadas de subgéneros, desde las bandas sonoras de la blaxpoitation setentera hasta los sutiles toques de grupos tan disímiles como Simply Red o Steely Dan, pasando por vuelos psicotrópicos al estilo de Ozric Tentacles, la fantástica banda de space rock del guitarrista Ed Wynne, navegando entre la suave sensibilidad del R&B y densos ataques de jazz-rock cargados de bajos distorsionados, pianos volátiles y saxos complejos. Además, las canciones de Talk memory vienen revestidas de finos arreglos para cuerdas, cortesía de un genio rescatado del pasado, el brasileño Arthur Verocai (76), quien trabajara en los setenta con la crema y nata de la MPB (Gal Costa, Elis Regina, Ivan Lins) y desapareciera del ojo público tras un extraordinario álbum solista editado por Continental Records en 1972 que hoy es artículo de colección.

Los arreglos de Verocai le dan, a canciones como Love proceeding, City of mirrors y Beside April, una calidad cinematográfica de primera, hecho que animó a los BBNG a complementar el lanzamiento de Talk memory con un «álbum visual». Diez realizadores de cortos crearon videoclips para cada canción del disco, que van de lo testimonial y narrativo a lo surrealista y caleidoscópico, una mezcla de conciencia humana con onírico escapismo que convoca a reflexiones en diversos niveles (familiar, medioambiental, educativo). Se trata de un trabajo en el que se resalta el sentido social e idiosincrático del submundo del cual provienen, musicalmente hablando, para complementar con imágenes los impredecibles giros instrumentales de la banda. Temas como Signals from the noise nos hacen pensar, en su primera sección, en las atmósferas electroacústicas de bandas de trip-hop como Portishead o Massive Attack para luego desatar una tormenta de bajo con fuzz con raíz en Rush o Yes, mientras que Timid intimidating o Talk meaning nos recuerdan a clásicos del jazz-rock como Return To Forever, The Mahavishnu Orchestra o Weather Report.

Los BadBadNotGood -que, en abril de este año estarán en uno de los escenarios del Festival Coachella en su primera edición post-pandemia- le rehúyen a ser catalogados como un grupo de jazz. Prefieren declararse de estilo libre y cambiante, aun cuando su evolución los ha llevado, en diez años de arduo trabajo, a ser considerados entre los mejores de su generación. Chester Hansen (29), Leland Whitty (26), Alexander Sowinski (30) y su nuevo tecladista James Hill (28) están preparando una gira para presentar Talk memory por Estados Unidos y Europa, a donde llegan precedidos de su bien ganado prestigio. Este mundo sería un lugar mejor si nuestras juventudes prestaran mayor atención a opciones musicales como esta, que conectan el pasado con el presente con tanta eficiencia y capacidad para convocar emociones que tienen potencial para, en tiempos en que aquello que predomina está marcado por el mal gusto, lo grotesco y la simplonería, sentirse orgullosos por ser diferentes y sofisticados sin perder autenticidad. 

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BadBadNotGood, Música

Al paso que va la derecha peruana, va a perder las elecciones municipales y regionales, y también las del 2026. Por más que las encuestas le sean propicias (cuando se pregunta sobre autoidentificación ideológica), la derecha no marca la agenda, no jaquea programáticamente al gobierno y mucho menos renueva sus cuadros políticos.

Según reciente encuesta de Ipsos, cuando se le pregunta a la ciudadanía por los principales problemas a resolver, responde: 57% reactivar la economía y generar empleo; 38% mejorar los servicios de salud/avanzar en la vacunación; 37% combatir la corrupción; 35% combatir la delincuencia, y así sucesivamente.

¿Usted amigo lector, recuerda alguna acción política, decisión congresal (donde reina la oposición y la derecha tiene un tercio de los parlamentarios), pronunciamiento o propuesta técnica proveniente de algunos de los partidos de la derecha o de algún líder de ese sector, respecto de los problemas señalados en la encuesta?

Por lo menos en dos de los cuatro temas indicados (reactivación económica y lucha contra la inseguridad), la derecha tiene credenciales tecnocráticas y activos ideológicos que podría explotar adecuadamente e ir construyendo así una edificación de identidad política con la ciudadanía, de cara a los próximos procesos electorales. En ambos, este gobierno es un desastre (véase el desmadre del sector Interior y la estrepitosa caída de la confianza inversora).

El 2026 -o antes, si se interrumpe el mandato de Castillo (situación cada vez más improbable, a menos que el Primer Mandatario meta las manos en algún asunto turbio)-, la izquierda va a llegar muy desacreditada luego de una gestión penosa en el actual gobierno. Ninguna izquierda se salva, todas están comprometidas (salvo voces aisladas como la del excongresista Richard Arce).

El escenario se muestra, pues, propicio para el centro y la derecha, particularmente para esta última, si logra consolidar una opción partidaria y presentar una buena candidatura. Pero para ello necesita ir labrando su destino, con presencia política y densidad programática puestas de manifiesto frente a los estropicios que comete el régimen.

Posteos aislados en las redes sociales, proyectos de ley antojadizos, entrevistas beligerantes cada cierto tiempo o iniciativas bizarras y pueriles, no constituyen el ejercicio político que se necesita para consolidar una opción electoral viable.

La batalla en las urnas del 2026 va a ser dura. No hay que olvidar, además, que la crisis de la izquierda oficial, no impide que pueda volver a surgir un candidato disruptivo que aproveche el descontento que va a haber, aparición a la que contribuiría una derecha adormilada, que no es capaz de encaramarse hasta ahora sobre ese 60% de la población que desaprueba la gestión de Castillo y representarlo adecuadamente.

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Derecha, política peruana

Querida Manuela,

Te cuento que en este bicentenario una artista mujer negra, como tus queridas esclavas Jonatás y Natán, cumpliría 100 años de nacida ya que nació en el distrito La Victoria un 27 de octubre de 1922. Fue una compositora, coreógrafa y diseñadora peruana quien viajó a París en 1961 becada para estudiar en la Universidad del Teatro de las Naciones y en la Escuela Superior de Estudios Coreográficos, donde destacó como creadora y diseñadora del vestuario. Ella es considerada una de las principales estudiosas y difusoras del arte afroperuano.

Tu que estuviste cerca a Don José de San Martin y la proclamación de la independencia sabes el dilema que fue para el declarar la independencia del Peru sin abolir la esclavitud. En tu época, Lima era la ciudad con más población afro descendiente y fueron muchos los que lucharon en las batallas de la independencia o fueron espías para sus amos. No solo tus dos esclavas que te acompañaron hasta tu muerte en Paita influyeron en tu vida informando sobre lo que ocurría con el ejército realista sino el propio libertador tenía a su esclavo, José Palacios, quien conociste muy bien, no sólo cumplía tareas de sirviente, sino de edecán del Libertador. Vestía una chaqueta militar, nunca obtuvo oficialmente un rango en el Ejército pero tuvo bajo su cargo  toda la servidumbre de Bolívar. Eran esclavos ante la ley, bienes llamados “Piezas de ébano”, que se compraban y vendían. 

En el año 1968, de regreso en el Perú, ella forma la compañía Teatro y Danzas Negras del Perú, con la que realizó presentaciones en los mejores teatros nacionales, así como en la televisión. Este grupo representó al Perú en las festividades con ocasión de los Juegos Olímpicos de México 1968. Ella fue directora del Centro de Arte Folclórico (hoy Escuela del Folclore)  y directora del Conjunto Nacional de Folclore del Instituto Nacional de Cultura (INC) entre 1973 y 1982, y en esta condición realizó una exitosa gira por Estados Unidos, Canadá, El Salvador, Guatemala, Francia, Bélgica, Suiza y el Principado de Mónaco.

Hoy en día Manuela, si vemos hacia atrás, la comunidad afroperuana ha tenido una importante participación en la cultura, gastronomía, literatura, folclore, manifestaciones religiosas y el deporte popular, e identidad nacional desde la colonia hasta la independencia de nuestro país. Lo afroperuano ha marcado la identidad costeña peruana hasta en la forma de expresarse, la jerga y nuestro temperamento. Toda la costa peruana tiene influencia de la cultura afro, de quienes fueron traficados desde el África al sur del Sahara. 

Finalmente, ella se desempeñó como profesora invitada (1982), asistente (1983-1989) y vitalicia (1989-1999) en la Universidad Carnegie Mellon en Estados Unidos desde donde logro dirigir  talleres en diferentes países como Rusia, Israel, Canadá, Dinamarca, España, Italia y Argentina.

“Me gritaron Negra” es su más famoso poema que te toca y deja reflexionando. Cuando lo lees te lleva desde una connotación negativa del término “negro” hacia una positiva, un cambio que sucede a raíz de nuestras propias experiencias y construcciones, desde nuestra negritud para volverse al final del poema en un motivo de orgullo, una gran herencia, un gran poder. Nos aceptamos negras. ¡Libertad total! Feliz centenario Victoria Santa Cruz una mujer negra que busco su libertad, como tu Manuela!.

Te dejo una cita de ella que resume quien era ella: “Entonces hoy sé quién soy. Hoy nadie me puede insultar. Y hoy sé qué cosa es compartir. Y hoy sé que tenemos un compromiso. El compromiso empieza con uno. Quien no es leal consigo mismo, no puede ser leal con nadie”.

Pd.- Te recomiendo ir a ver la recientemente inaugurada (se queda hasta el 30 de marzo) exposición Primera Llamada, 100 años de Victoria Santa Cruz en la Galería Municipal de Arte Pancho Fierro donde encontraras fotos, videos y material inédito sobre su vida y obra.

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comunidad afroperuana

El jinete en la hora cero se titula la primera novela del escritor y periodista Paco Moreno. Y se trata de una novela marcada por una singularidad: su ambicioso arco temporal, que transcurre entre un pasado de implicancias aun no resueltas (el escandalete ultra por el asunto El ojo que llora es un botón más) y un presente enmarañado en vacíos, medias verdades y gestos hiperinformativos. La novela de Moreno une dos experiencias históricas traumáticas: los años de la violencia y la emergencia sanitaria debida a la pandemia.

Estos sucesos quedan impresos en la retina del protagonista, que seguramente desea un tiempo de mayor armonía con el mundo. En cierto sentido se trata de un relato formativo, pues el protagonista realiza la parte más significativa (y dolorosa) de su aprendizaje entre estos dos momentos históricos.

A eso hay que sumar una cuota de autoficción, lo da a su lenguaje una evidente hibridez, que enlaza hechos factuales y ficticios, que establece relaciones entre memoria e imaginación. El terror y la pandemia en una esquina; la memoria familiar en la otra. Y, colándose con sutileza, el registro lírico que da cuenta de la revelación del amor por Alejandrina.

El relato deja alternar distintos registros en su estructura interior. Por una parte se evidencian segmentos en los que el lenguaje se entrega a la reconstrucción histórica de ciertos sucesos, como el inicio de la demencia senderista en Chuschi o el puntual reporte de la crisis del oxígeno medicinal en los primeros tiempos de pandemia; por otra, se muestran los resortes de la memoria y la historia familiar, tanto en sus momentos sublimes (el retrato de Cangallo antes del conflicto interno o esa melancolía que subyace en el recuerdo de los caballos) cuanto en los más lacerantes (el éxodo de la familia hacia Lima a causa de la violencia o la terrible presencia de un virus que cobra la vida de varios de sus miembros).

Hay pues un espesor particular en el lenguaje de esta novela. El lector pasa de la voz de un atento cronista a líneas que bien podrían lindar con el ensayo; del testimonio desgarrado de la pérdida del paraíso, al recuento de una infancia y una adolescencia de cuya magia queda solo la remembranza de un terruño que acaso alguna vez se pareció a la felicidad. 

Se dice siempre que uno de los signos de la escritura contemporánea es haber derribado las fronteras, los límites genéricos; permitir que el lenguaje, sin afectar una trama diseñada con paciencia, fluctúe entre varias posibilidades expresivas y se sirva de cuanto elemento le sea útil para lograr un relato eficaz. En esas coordenadas se sitúa esta primera novela de Paco Moreno, una novela cuya temática tiende puentes a diversos discursos sociales, pero también literarios: la experiencia del migrante, la condición de las víctimas de la violencia y la enfermedad, el ánimo testimonial, la remembranza lírica del amor juvenil. 

Que todo esto esté enmarcado en una alucinante caminata a través de Lima, donde el ojo descubre los entresijos más dramáticos de la vida peruana, es mérito creativo de su autor y, más que una coincidencia, ese relato es de un asombroso parecido a nuestra realidad. 

 

El jinete en la hora cero. Paco Moreno. Lima: Artífice Comunicadores, 2021. 

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Paco Moreno

A pocos días de conocer las películas nominadas para los premios Oscar, ya suenan algunos nombres que podrían contender por la estatuilla dorada. Uno de ellos es Passing o Claroscuro según su traducción. Opera prima de Rebecca Hall, quien se hizo conocida por su actuación en el film Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen. La directora britanica ha realizado esta cinta en blanco y negro, con una sobresaleinte fotografia en manos del español Eduardo Grau, que ha sido producida por Netflix y está voceada para las principales categorias de la Academia. 

Rebecca Hall nos cuenta una historia de mujeres, realizada también desde la perspectiva de una mujer, que empezó siendo actriz y que no declinó de su intención de grabar en blanco y negro pese a las presiones y negativas que recibió. Importante experiencia en la actuación, con 32 películas, que le da el crédito necesario para establecer el casting y la construcción de personajes desde una profundidad completamente verosímil. 

Passing es la adaptación de la obra literaria del mismo nombre, escrita por Nella Larsen en 1929 y adaptada al guión por Hall. Cuenta la historia de dos mujeres que se reencuentran después de 12 años pretendiendo tener una vida perfecta, pero que en realidad está llena de apariencias y simulaciones. 

Este reencuentro está planteado con muchos elementos externos que nos hablan más bien de la naturaleza de ambos personajes. Irene (Tessa Thompson) sube apresurada a un taxi. Un hombre se ha desmayado sobre la vereda debido al calor extremo. Ella ha preferido mirar a la distancia la situación hasta llegar a su destino, donde podrá tomar algo para calmar su bochorno. Minutos después, de pie frente al Hotel Drayton en Nueva York, duda en ingresar.  El film que en un inicio la muestra recorriendo las calles, haciendo compras. Deja en claro que pertenece a una clase socioeconómica acomodada, por la cantidad de bolsas que lleva consigo. Sin embargo, se muestra a la defensiva con todos los que la rodean. 

Cuando finalmente ingresa al exclusivo Hotel, lo hace titubeando, limpia con polvos el sudor de su rostro. En la escena, vemos alrededor dos ancianas observando al vacío y una pareja que se susurra al oído, mientras la mirada de otra mujer la invade, ella es Clare (Ruth Negga). 

Desde este momento y hasta el final, una serie de sutilezas irán generando suficiente intriga en la relación de ambas protagonistas como para sostener una narrativa que propone un ritmo lento y un ángulo contemplativo de los sucesos. El marco de esta historia está ambientado en los años 20 ‘s. En medio del conservadurismo y racismo que incluso en la ciudad de los rascacielos imperaba. 

Irene y Clare son mulatas, la segunda ha optado por disfrazar su origen y ocultarlo a su esposo que además de blanco, es racista. La primera, en cambio, está casada con un médico afroamericano, al que no le tiene que ocultar su origen, pero vive a sobresaltos por temor a su seguridad y la de sus hijos, debido a su color. Esta es la época en donde fueron linchados alrededor de 4,400 personas por el color de su piel, sumado a que el Ku Klux Klan buscaba reestructurarse. 

Irene es Tessa Thompson, muchos la reconocerán por su papel de Valquiria en el universo de Marvel, con los Avengers. Sin embargo, la actriz americana de origen panameño, ha interpretado a personajes como Diane Nash en el film Selma, reconocida activista por los derechos civiles en el país del norte y el drama Mississippi maldito, como protagonista, en el personaje de Kari Peterson, entre otros. 

Ruth Negga hace de Clare, la prensa internacional la ve como favorita por esta interpretación para llevarse el Oscar. Anteriormente la vimos como Celeste en la cinta 12 años de esclavitud y como Mildred en Loving, que trata también del amor interracial. 

Claroscuro observa a través de los ojos de Irene, quien se ve alterada por la aparición de Clare.  Personaje que trastoca todo su mundo y lo cambia por completo. No solo su vínculo con el entorno, si no la verdadera naturaleza de la relación entre ellas. 

Un largometraje con dos protagonistas que sostienen una vida que no les genera entusiasmo y con matrimonios que perdieron hace tiempo su encanto. Un ejercicio de observación y de contención a las emociones más intensas como la atracción, los celos, el rechazo y la traición. Emociones que saben explotar con la caída de una taza, con miradas que revelan situaciones, pero que a su vez evitan enfrentar, con gestos que delatan, pero que generan dudas. Las dudas con las que desde un inicio se presentó a Irene y que llevaron a esta historia a convertirse en ambigua, contenida, sutil, desconcertante y por ratos densa. 

Acá ni el final resulta una certeza, porque todo está sujeto a conjeturas. Paradojicamente, este film tiene más de un acierto, desde el reparto, las actuaciones, los diálogos, la atmósfera, la fotografia, los encuadres, el blanco y negro  y todo aquello que subyace en la historia y nunca llegamos a confirmar. Ninguna vida es perfecta. Pero sobre todo, de ese lado de la ciudad y desde el otro, que es opuesto en su población, la infelicidad es compartida. 

 Cr: Netflix © 2021

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Tremendo alboroto ha causado en un sector de la derecha peruana que el gobierno declare Patrimonio Cultural de la Nación el monumento El ojo que llora. Han salido voceros ultristas a denunciar que la ministra de Cultura, Gisela Ortiz, está, merced a ese acto, reivindicando al terrorismo e igualando al Estado con los movimientos subversivos, añadiendo que en ese monumento se rinde homenaje también a exintegrantes de los dos grupos terroristas que dieron inicio al mayor periodo de violencia interna de nuestra historia.

Se trata, claramente, de una grosera mentira. El conjunto escultórico de la artista Lika Mutal, inaugurado el 2005, busca rendir reconocimiento a las víctimas del periodo de violencia entre 1980 y el año 2000, y en esa medida forma parte del proceso de memoria que el país ha emprendido respecto de la violencia terrorista y la represiva, que ocasionó cerca de 70 mil muertos, según la Comisión de la Verdad.

No hay un solo terrorista en el Registro Nacional de Víctimas, que es en el que se ha basado la lista de nombres que aparecen en El ojo que llora. Se señala explícitamente: “No se consideran víctimas, para los efectos específicos de su inclusión en el Registro Único de Víctimas de la Violencia, a los miembros de las organizaciones subversivas”. Hubo un intenso debate hace muchos años respecto de si se debía considerar, para ser reparados, también a quienes se alzaron en armas contra el Estado de Derecho (en otros países, se ha hecho extensivo a tales el reconocimiento reparador), pero en el Perú se zanjó claramente de que dichas personas no iban a integrarse al referido registro.

Lo que, en verdad, un sector reaccionario de la derecha peruana no quiere que se recuerde, es que no solo hubo muertos ocasionados por Sendero Luminoso o el MRTA, sino que también existieron, y en demasía, por excesos militares y policiales, que merecen ser registrados por la memoria colectiva del país. De modo decreciente, el mayor número de muertos o desaparecidos ilegalmente, por obra de las fuerzas del orden, ocurrió durante los gobiernos de Belaunde, García y Fujimori, mayormente en plena democracia. Es una dolorosa realidad, pero si se quiere restañar las profundas heridas colectivas que ese periodo ha dejado en la colectividad ciudadana, no se puede soslayar ese hecho. Todo lo contrario, hay que resaltarlo como corresponde para que nunca más vuelva a suceder.

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UNO

“Los desastres son un castigo por la Ideología de Género, la cual va contra la naturaleza y contra todo principio”

Esdras Medina – Congresista y Pdte. Comisión de Educación

Era 1980, tenía 14 años y la nota más saltante, para los adolescentes, no era la vuelta de la Democracia en el país, sino la aparición, en los quioscos, de revista como Playboy y Penthouse. Nos quedamos cojudos. Para cualquier adolescente, en plena ebullición de la testosterona, ese tipo de revistas, eran una especie de Biblia Libertina. 

A mediados de los setenta, mientras era niño, nadie me habló acerca del sexo, en absoluto. Veía mi cuerpo cambiar y no sabía el porqué. Recuerdo, a los 11 años, vi una foto de Marisol –actriz española- desnuda. Fue como una descarga, que electrizó todo mi cuerpo. Comenzaba el despertar hormonal.  

Muchas veces, siendo adolescente, amanecía mojado. Había tenido un sueño extrañamente erótico –para mi jolgorio-  y no entendía, el porqué de tal sueño, ni de su lógica secuela. Al tiempo, comprendí que era algo natural. Es lo que se llama Polución Nocturna.

En esos momentos, los que te aconsejaban, sin duda alguna, eran los compañeros de colegio. Y la secundaria ardía de afiebrados expertos, en lo que al sexo opuesto concernía. 

Recuerdo en 1982, cuando uno de ellos, de nombre Manuel, nos describía, sin pelos en la lengua, sus idas al cine Alameda –Barrios Altos- para ver pelis porno. En la clase había pajeros consuetudinarios, onanistas por doquier. En tanto, Manu relataba las escenas minuciosamente; unos, sin pudor alguno, mantenían las manos en los bolsillos. Al final de la perorata, describía como la policía interrumpía la función, a tropel, y los escolares –que eran el 90% de los asistentes- salían corriendo del lugar, entre ellos mi compa.

DOS

“Enfoque de género, busca homosexualizar a los menores y promueve las relaciones sexuales a una edad temprana”. Esdras Medina – Congresista y Pdte. Comisión de Educación

Somos coetáneos con Esdras. Crecimos en los años setenta y ochenta. En los noventa nuestra personalidad ya estaba definida. Eso sí, pensamos distinto.

Debería entender que la tecnología siempre se impone sobre la cultura existente. Mutándola. A personas como Esdras, se les tilda de oscurantistas. Así se denominó a la Edad Media. Tiempo en el cual, las cosas permanecieron iguales, por siglos. 

En mayo de 1960, la tecnología cambió el mundo: se introdujo la píldora del día siguiente, esto es, la píldora anticonceptiva. Permitiéndole a la mujer una libertad absoluta, para controlar la frecuencia y número de embarazos. Ergo, podía copular sin culpa alguna.

Todas las iglesias, con la Católica a la cabeza, dieron el grito al cielo. En julio de 1968 el Papa Pablo Xi prohibió el uso de tal píldora. Años después, como consecuencia lógica, se produjo la Revolución Sexual, en todo el mundo.

¿Alguien podría prohibir la píldora anticonceptiva ahora?

Para más inri, el 2010 la Iglesia admitía el uso de condones, en ciertos casos. Demostrando así, estar, totalmente, desconectada de la realidad.

TRES

En estos tiempos, los niños y adolescentes con su Smartphone -en la mano – tienen un acceso ilimitado de pornografía y al sexo casual. Setenta veces más, de lo que accedían sus padres, cuando tenían la misma edad. Antes, no había Twitter u Only Fans. O sea, nuevas formas de obtener sexo. ¿Cómo controlarlo? De ahí, la importancia de cuando se les debe comprar un celular. Vivimos en un mundo Hiper Sexualizado.

Necesitan información acerca de lo que sucede con su cuerpo, su entorno, del porque su curiosidad acerca del sexo; la cual no es mala, sino natural. No estamos en los años cincuenta o sesenta, para seguir diciendo que la masturbación es mala. Cualquier estudiante de psicología del primer año te dirá que es todo lo contrario. Incluso, lo siguen practicando los casados, ya sea hombres o mujeres, en distintos momentos. 

Las adolescentes embarazadas son todo un problema de Estado. Dícese que el 12,6% de las jóvenes –entre 15 y 19 años – ya son madres. Las estadísticas mencionan que la Pandemia aumento la violencia sexual y doméstica. Incluso, niñas menores de 10 años fueron forzadas a ser madres. 

En la actualidad, la homosexualidad ya no es considerada como una aberración o enfermedad. Y aunque, Esdras y sus adherentes, no lo admitan, los jóvenes de ahora son más tolerantes con los miembros de la comunidad LGBT, ¿porque? Pues porque éstos se muestran tal como son, ya no se esconden. Y está bien, es su forma de vida. Y hay que respetarla. Eso también, es vivir en Democracia, ¿no?

Una de las características intrínsecas de las familias actuales, es que predominan las No Tradicionales, esto es: La madre es la cabeza de familia, o la tía, o el tío, o la abuela, o solo tiene un padre y ausente el otro. Cuando se le citaba a uno de los responsables, pues no podía venir: Estaba laburando. Sé de esto. Fui docente secundario un tiempo. También comprobé que los chicos, en la secundaria, están deseosos de saber de Sexo.

¿Entonces qué haremos?, ¿Cómo ilustra la viñeta, vamos a explicarles a los niños que la cigüeña los trajo de Paris? 

¿Es así Esdras?

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comunidad LGBTQ+, Esdras Medina, ideología de género
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